Poema para la moderna España
En los últimos cinco años España ha tratado de sortear la crisis económica, con dos problemas añadidos sin solución, la disputa independentista y la corrupción
El nuevo libro del filósofo Rafael Argullol, Poema, sale al socorro, al ser leído, de la España pensada frente a la España cansada. En él, extiende un extenso paisaje de la Condición Humana, que funde lo clásico con lo contemporáneo y nos ayuda a comprender en qué momento de nuestra historia nos encontramos. Les sugiero su lectura. Más de tres años volcados, día a día, en un poema, nos alerta que caminamos como sonámbulos por los grandes acontecimientos de la historia personal o colectiva, donde la España pretendidamente moderna no cesa de distraerse, como un turista, mirando su soleado cielo.
El 9 de abril del 2012, año bisiesto, las noticias que leíamos destacaban los 100 años del hundimiento del mítico Titanic. Argullol escribe: «es curiosa la atracción por el hundimiento: / o bien la época se contempla a sí misma / como un Titanic hacia su noche, / o bien es un astuto exorcismo para que la noche y sus icebergs sean únicamente una presencia / que nos roce sin hundirnos./
El estado espiritual de España está asolado por las ruinas de la construcción y el desplome de la inversion científica
La historia de los últimos cinco años en España es la historia del viaje de un barco siniestrado por la crisis económica, por el inicio de la disputa independentista para dar forma a una nueva relación con España. Es la historia que abrirá la cegadora visión de la corrupción política. Es la confirmación política que un 15 M traerá en el 2014 la creación de Podemos.
Es el año de actos terroristas, como el de Nigeria, perpetrado por el grupo fundamentalista islámico Boko Haram contra una iglesia cristiana en plena celebración de Semana Santa, dejando 38 muertos. Es también el año en que un grupo de científicos crean una nueva molécula capaz de transportar información genética, llamada el ADN.
Las palabras anticipatorias de Argullol, en su Poema, permiten definir el estado espiritual de una España asolada por las ruinas de la construcción y por el desplome de la inversión en el mundo científico, mientras el mundo desvela la identidad, vía ADN, de nuestro futuro individual.
La imagen de España es la de alguien que debate quién debe salvarse del barco, sin atender a cómo salvarlo
La atracción por el hundimiento es tan certera que, tras cinco años de promesas para acabar con la España de la corrupción, la España anti moderna, la España de las batallas judiciales, del desempleo, de la relamida recuperación económica, tan sólo queda la imagen de una España que sigue debatiendo quién debe salvarse del hundimiento del barco, sin prestar atención a cómo salvarlo.
El presidente norteamericano Roosevelt decía que un barco se hunde por los pequeños agujeros en el casco y no por un gran agujero, pues los pequeños son tan difíciles de detectar que acaban inundándolo antes de poder actuar, mientras que un gran boquete es evidente y permite actuar rápidamente. En el caso de España hay una secreta inclinación por ignorar, no sólo los pequeños agujeros que la asolan sino también los más grandes. Bien podríamos aplicar la advertencia de Rafael Argullol en esta España feliz y moderna que proclama la propaganda política:
30- VII-2014:
«En la felicidad suprema
olvidamos las desdichas de los hombres
y, si es necesario,
a los hombres mismos»