Poderes económicos y el 9N

Señores de los poderes económicos: lo que está pasando en Cataluña, Escocia y Flandes no son fenómenos del pasado, sino el anuncio del futuro. La Unión Europea tiene suficientes problemas en su flanco este y sur como para que las resistencias de la oligarquía burocrática y del capitalismo de boletín oficial creen una nueva y aplastante crisis a occidente.

Para las multinacionales con más proyección, aquellas que ponen la diana en solucionar los problemas de la humanidad, es decir de la mayoría de clientes potenciales; las que facilitan la información y la cultura en red, e incluso, aquellas entregadas al clásico consumo suntuario o por impulso, deben plantearse hacia dónde camina el principal territorio del mundo con capacidad de compra sofisticada: Europa.

Sólo en estados de escasa dimensión y de elevada homogeneidad en valores de su población pueden crecer la innovación creativa, la demanda de producto en tecnologías sostenibles y un nivel razonable de consumo de productos prescindibles, pero con creciente exigencia de bajo impacto ambiental.

Los ranking mundiales de bienestar marcan que entre los diez primeros estados hay siete de escasas dimensiones, la mayoría europeos. Por ello, los casi 600.000 registrados en la V de Barcelona, los cientos de miles más de manifestantes de Diagonal-Gran Vía (11 kilómetros de grandes avenidas llenos) y los cientos de miles más de televidentes (manifestantes pasivos) no han vivido el último episodio de una nostalgia romántica, sino el primero de una propuesta de remodelación de algunos estados europeos en quiebra económica y democrática ante el reto de la globalización.

Cuando portavoces inequívocos de los aparatos del Estado, como Zarzalejos, que han hecho todo lo que estaba en sus manos para desestabilizar el proceso, reconociendo incluso el uso político del caso Pujol, constataban en La Vanguardia del viernes el siniestro total, es necesario que los poderes económicos tomen nota.

Incluso un ministro tecnócrata de Madrid constataba, a pesar de atribuirse el mérito de la posible salida de la crisis –en absoluto comprobada, ya que no ha habido ningún cambio de fondo para modificar el modelo español– , que el caso catalán reventaría estructuralmente el futuro económico del conjunto del Estado. En definitiva, hemos pasado del periodo de las amenazas unilaterales de la casta y sus corifeos mediáticos contra la mayoría de Cataluña a la fase de acojonamiento multilateral.

Lo que pase el 9N ya es un episodio siniestro, según Zarzalejos, del conflicto político irreversible entre dos modelos de economía, sociedad y valores. Y el 9N, no duden señores de los poderes económicos, la sociedad civil catalana organizada, en minúscula, la de verdad, y los partidos soberanistas encontrarán la forma para que la mayor parte de la población catalana que querría votar (un 80% según las encuestas) pueda registrarse ya sea para opinar, ya sea para denunciar que el Estado vulnera un derecho fundamental.

Otra reflexión para los poderes económicos. Los vinculados a los segmentos más innovadores que he citado al principio, deberían marcar distancias de los más retrógrados vinculados al BOE y a los ex monopolio públicos y que basan sus beneficios en el control de mercados casi cautivos. Pero me atrevo, incluso, a pedir a la gente más inteligente de estos últimos, que si se quieren asegurar una parcela del nuevo mercado en que inevitablemente, más temprano que tarde, se convertirá Cataluña, que empiecen a mostrar signos inequívocos de comprensión del fenómeno.

Fenómeno que, vuelvo a repetir, no es el final de nada, sino el principio de todo, como en Flandes, como en Escocia. Poderes económicos, hagan una buena elección de sus think tanks y de sus spin doctors. No sea que les cuelen miembros subalternos de la casta burocrática madrileña (o londinense…) con prejuicios políticos y culturales, que les hagan descarrilar la estrategia de futuro de sus empresas en España, Cataluña y Europa occidental.