La pobreza laboral, un problema enquistado
España es el segundo país con mayor tasa de pobreza laboral en Europa, un problema que se concentra en hogares con menores a cargo
El trabajo remunerado es generalmente la mejor forma de salir de la pobreza y lograr un nivel de estabilidad económica suficiente para desarrollar un proyecto vital a largo plazo. Sin embargo, para un número creciente de hogares, tener un trabajador no es suficiente para evitar esta situación: es lo que denominamos pobreza laboral.
España tiene una de las tasas más altas de pobreza laboral de Europa, sólo superada por Rumanía. El 16% de los hogares con personas trabajadoras son pobres (Lanau & Lozano, 2023).
El riesgo se concentra en los hogares con menores y, particularmente, en aquellos con menores y un solo trabajador.
La pobreza laboral repercute en otros aspectos como las emancipaciones tardías o los bajos índices de natalidad. Cáritas acuñó el término ‘sinkies’ para las parejas de jóvenes sin hijos donde los dos trabajan, pero sus salarios sumados no llegan a conformar un ingreso suficiente.
La pobreza laboral y la temporalidad
Entrar y salir de la pobreza laboral se asocia principalmente a la contratación de corta duración. El mercado laboral español ha sido históricamente líder absoluto en temporalidad de la UE, sólo por detrás de Croacia.
Aunque sobre el papel, la última reforma laboral ha contribuido a reducir la temporalidad, la disminución de contratos temporales no se ha traducido necesariamente en menos transiciones del empleo al paro, en parte por el uso de los contratos fijos-discontinuos.
El aumento del gasto en prestaciones por desempleo en 2022 cuando las estadísticas oficiales defienden la bajada del paro, reflejan esta realidad.
Para evitar la trampa de que los fijos discontinuos se transformen en contratos de cero horas, una solución potencial es poner un precio a la rotación laboral mediante un sistema de ‘bonus-malus’, que reduzca las cotizaciones a cargo de las empresas con menor rotación y penalice a las que rotan más a sus trabajadores con mayores costes.
Falta de protección social
Otro elemento problemático es que los episodios de desocupación que sufren estas personas tienen poca cobertura por parte del sistema de prestaciones.
La alta rotación laboral dificulta llegar a generar el derecho a una prestación contributiva. Estos trabajadores, no habiendo cotizado lo mínimo, quedan fuera de estas prestaciones y algunos, después de dos años de ser beneficiarios, las agotan automáticamente.
El dilema del subempleo
Otro de los factores desencadenantes de la precariedad laboral es el subempleo, es decir, las personas que trabajan a tiempo parcial de forma involuntaria.
Aunque la contratación a tiempo parcial puede tener efectos positivos y contribuir a la conciliación laboral, en España se ha convertido en una forma más de precarización, afectando de manera desproporcionada a mujeres y jóvenes.
La prueba está en que el peso del subempleo dentro del trabajo a tiempo parcial creció del 36,1% en 2007 al 61,7% en 2017, lo que supone más de un millón y medio de trabajadores.
Para combatir la parcialidad involuntaria, es importante mejorar la cobertura del Ingreso Mínimo Vital –o explorar la opción de un complemento salarial en forma de impuesto negativo sobre la renta–, compatibilizar prestaciones monetarias como la Renta Garantizada de Ciudadanía catalana con el trabajo (a tiempo parcial o completo) y en términos generales, avanzar hacia reformas procompetitivas que mejoren los niveles de productividad laboral.
Qué pasa con el salario
Si bien algunos partidos y sindicatos incluyen la pobreza laboral en sus discursos, el debate público suele centrarse en los salarios. Pero un aumento sustancial del salario mínimo, independientemente de sus efectos sobre el empleo y sobre toda la distribución salarial, no es garantía de reducción del riesgo de pobreza.
En primer lugar, porque como hemos explicado, la pobreza laboral se explica más bien por el bajo número de horas trabajadas y no tanto por el bajo salario por hora trabajada. De hecho, cerca de 6,5 millones de trabajadores perciben rentas inferiores al salario mínimo anual.
Además, el salario mínimo tampoco incluye a los autónomos, un grupo sobrerepresentado entre las personas con ingresos bajos, y entre los que perciben una retribución inferior al salario mínimo a tiempo completo.
En definitiva, la creación de empleo es una gran noticia, ya que aborda el principal factor generador de pobreza: el paro. Pero o empezamos a poner el foco en la pobreza laboral, la temporalidad y la subocupación, o para muchas personas la recuperación no se verá reflejada en sus ingresos.