Plata o plomo

Sorprende la proliferación de autores que, desde el delito, pretenden iluminar la adecuada gestión empresarial

Resulta difícil, en ocasiones, no salirse de lo “políticamente correcto”. El mundo de lo relacionado con las empresas encierra, de cuando en cuando, perlas cultivadas en la más absoluta vulgaridad. Hemos asistido a todo tipo de comparaciones entre la gestión empresarial y otras actividades consideradas como más elevadas. Desde la metáfora entre la toma de decisiones empresariales y el arte de gobernar de Maquiavelo, la dirección propia de conquistadores como el cartaginés Anibal o el bárbaro Atila, o los consejos de Aristóteles para la adecuada gestión, pasando por la comparación con la antigua Roma. Cualquier cosa se antojaba posible. Todo parece valer para el mundo de la empresa, pero el asombro todavía puede darse.

Un avispado “a nationally recognized expert on leadership and management” americano y de nombre Anthony Schneider, según consta en la página web de su libroTony Soprano on Management‘, nos sorprende con la posibilidad de que el mafioso protagonista de la exitosa serie televisiva nos ilustre sobre la adecuada gestión empresarial. A su juicio “Tony Soprano afronta los problemas de cualquier director ejecutivo. Exceptuando las palizas (algo decididamente no recomendable en la mayoría de entornos corporativos), sus tácticas pueden resultar muy útiles”. Si, si, el Tony Soprano de ‘The Sopranos‘, la que va de mafiosos, una serie que revitaliza y llega a dotar de prestancia y tono a las criminales figuras de unos delincuentes profesionales de origen italiano llevadas ya al Olimpo cinematográfico por F. Ford Coppola en su ‘The goodfather‘, versión fílmica del homónimo libro de Mario Puzzo. Por cierto, que sobre “El Padrino” también existe versión management realizada por un español y de título ‘Lecciones de estrategia con el padrino‘, de Guillermo de Haro, editado por Prentice Hall. Si es que se puede aprender de cualquiera.

Hombre, no sé, pero resulta un tanto chocante que desde el delito se pueda espejar e incluso iluminar la adecuada gestión empresarial. Y eso siendo “políticamente correcto” que, no siéndolo, resulta absolutamente inadmisible. Roza el disparate cuando no lo inmoral. Por si alguien no se hubiese dado cuenta todavía, la serie va de criminales y delincuentes, aquellos que consideran que el fin no sólo justifica los medios, sino que el fin, sobre todo en beneficio propio, lo es todo y no precisa por tanto reparar en medios; incluso conculcando y pisoteando la ley así como los derechos de los demás, incurriendo en el delito y el crimen manifiestos. No todo vale, no.

Otra serie, ésta más actual, que también glorifica la figura de un ya casi mítico sanguinario delincuente es Narcos. En palabras del arquitecto Mauricio Facio Lince, la ciudad colombiana de Medellín está siendo muy perjudicada debido a la mitificación del narcotraficante Pablo Escobar, instando además a “desmontar el halo de Robín Hood en torno a Escobar con el que se ha querido vender la serie” y “que es muy desafortunado para los que vivimos esa parte de la historia”. Doy fe personal de aquella situación porque en aquella época viajé en numerosas ocasiones a la bella Colombia y corroboro que el efecto del criminal fue absolutamente pernicioso y terrorífico. En sus propias palabras, gracias a la eficaz publicidad de Netflix, “fuera de Colombia se reivindica el nombre de Pablo Escobar en lugar de ponerse en contra de una persona que mató a más de 15.000 personas”. Pura estrategia de un marketing falaz.

Asistimos, en estos momentos, al implacable efecto de la aplicación de la ley en las figuras de los condenados secesionistas catalanes. Jugar con lo punible, bien alegando desconocimiento o bien actuando con maledicencia, debe tener su justo castigo. Y por ello, justificar con una supuesta razón omnímoda que librará a Puigdemont y a todos sus consejeros de las imputaciones atribuidas resulta de todo punto inadmisible. Eso sí, si son capaces de ganar las elecciones y, por lo tanto, resultar re investido como President. República independiente, o nada; o yo, o el caos. Es difícil utilizar de manera más torticera y sensiblera la información, buscando evitar lo que deberá ser inevitable para obtener lo ya decidido con anterioridad.

Por cierto, ¿Para cuándo un libro de management sobre las probadas habilidades de gestión de Adolf Hitler y sus secuaces? Por desgracia existen pruebas suficientes de su capacidad para conseguir millonarios resultados. Seis millones en concreto.

Manuel Carneiro Caneda

Director General de IFFE Business School