Pintan bastos
Cristóbal Montoro amenaza con el peor año presupuestario, en el que habrá que hacer un recorte adicional de 16.000 millones de euros . Ya se pueden imaginar, siguiendo la tónica habitual, a quiénes se forzará a autosuicidarse: a las comunidades autónomas, que son las que gestionan los servicios básicos del Estado del bienestar, como la educación, la sanidad y los servicios sociales.
Mientras que el ministerio de Defensa continúa subiendo su presupuesto oficialmente o extra-presupuestariamente, y el Estado central convoca oposiciones de miles de plazas de funcionario, van desapareciendo las plazas de maestros y sanitarios. En este último caso, con una consecuencia clara en la disminución de la calidad de atención al público, como se ha comprobado en estos días de colapsos hospitalarios por los cuadros gripales.
A los malos augurios del profeta Montoro se ha añadido la aparición de los cuatro jinetes del Apocalipsis liderados por José María Aznar, con Alberto Ruiz Gallardón, Josep Piqué y una representante del estilo de Esperanza Aguirre, Rocío Albert López-Ibor, ex-directora general de «Mejora de la Calidad de la Enseñanza» con Ignacio González, y que dimitió del gobierno de Cristina Cifuentes por la derecha.
Se trata de la misma persona que, cuando era multada por dos miembros de tránsito de la Guardia Civil pronunció ese mantra tan típico: «No sabéis con quién estáis hablando. Hijos de mala madre, por qué me denunciáis?». Y todos ellos coordinados por Zarzalejos, representante de los cuerpos del Estado, de la alcurnia de origen vasco-españolista.
Esta tropa ve a Rajoy «inodoro, incoloro e insípido», porque desearían que tenga un perfil ideológico más pronunciado hacia la derecha y el pseudoliberalismo del gran capital. Más caña, vaya, cuando en realidad Mariano coge un perfil bajo en todo. Es el método de la tortuga, que sólo saca la cabeza en aquello que puede unir transversalmente desde la extrema derecha a la extrema izquierda: la unidad divina de España.
Pues bien, en este marco de apocalipsis presupuestario e ideológico anunciado por los profetas Montoro y el Equipo A -de Aznar-, van llegando advertencias de Europa. Denuncias por incumplimientos y malas gestiones, y amenazas de ir a los tribunales. La Comisión Europea ha perdonado a España, por ahora, por los incumplimientos de déficit público, pero le ha recordado a Rajoy que España no logrará ni el esfuerzo fiscal ni el objetivo de déficit recomendables.
Desde el exterior tienen claro que la tasa de desocupación (especialmente la juvenil y la de larga duración) y el endeudamiento elevados dificultan la disminución de la pobreza. Estas advertencias aparecen en el documento ‘Mecanismo de alerta para el 2017’, en que la CE enuncia los desequilibrios macroeconómicos de los socios de la UE.
Otro varapalo reciente es sobre la recogida y tratamiento de aguas residuales. El tema no se ha resuelto en varios cascos urbanos del Estado español, especialmente en Andalucía, Asturias, Galicia, el País Valenciano y las islas Canarias; hecho que implica ‘riesgos graves’ para casi un millón y medio de personas, según Bruselas. El incumplimiento le puede suponer una multa de al menos 46,5 millones de euros, porque una sentencia anterior ya obligaba a cumplir la ley europea.
Otra amenaza reciente de la UE es llevar al Estado a los tribunales si no aplica la normativa sobre hipotecas. Esta normativa tiene por objetivo mejorar las medidas de protección de los consumidores y reforzar la confianza en el mercado hipotecario. Se pide que la información sea comprensible para los clientes y facilite la posibilidad de escoger el producto de forma transparente.
También en el caso Castor la Comisión Europea exigió al gobierno español que aplicara la directiva sobre seguridad de las operaciones marítimas vinculadas al petróleo y al gas. Esto llega a raíz del terremoto de magnitud 4,2 en la escala de Richter, provocado por las operaciones de la instalación. Si España no cumple la ley para prevenir y evitar accidentes, y establecer que las empresas con licencia de exploración y producción tengan una financiación sólida y conocimientos técnicos necesarios, puede acabar también ante el TJUE.
De todo se deduce que España está apareciendo ante la UE como el socio occidental de más mala calidad, incluso por debajo de muchos Estados orientales ingresados recientemente en la Unión. De aquí también se deriva una creciente pérdida de influencia de España en la UE, que los cuatro jinetes del Apocalipsis quieren suplir, como Aznar hizo en sus mejores tiempos, a base de liderar discursos ideológicos extremos.
La presencia escasa de políticos españoles en las instituciones europeas, y la obsesión enfermiza contra el proceso de autodeterminación catalana que está paralizando todas las embajadas y consulados españoles, acaban de dibujar un panorama donde pintan bastos para España.