Pimec, una de cal y una de arena

La patronal de pequeñas y medianas empresas catalanas celebró anoche su fiesta anual, que se ha convocado durante 27 años y en la que se hace entrega de los premios con los que se reconocen unas actividades empresariales determinadas. Pimec está considerada una de las asociaciones empresariales más representativas de Catalunya, junto con la mayoritaria Foment del Treball y su afiliada Fepime.

 
Tal vez a los representados de Pimec les gustaría decidir sobre la política industrial de Catalunya, la que sí se puede hacer de acuerdo con las competencias de la patronal 

En el discurso de su presidente, Josep González, volvió a reproducirse una muestra de la esquizofrenia política que vive parte de la sociedad catalana en estos momentos. Por un lado, loanzas al Govern de Artur Mas: se felicitó porque el presidente enuncie que ahora volverá la mirada a la industria y, aunque no tenga un euro ni haya demostrado en los últimos tres años la más mínima sensibilidad, recuperará su vocación de reindustrializar Catalunya.

Ojalá fuese así, aunque los órganos directivos saben que esa felicitación a Mas es un gesto institucional cara a la galería sin convicción alguna de su cumplimiento ni de su efectividad. Más o menos creíble que aquellos cantos de sirena de Mas en los que anunciaba la buena nueva de que tendríamos una administración business friendly, por ejemplo.

Por otro lado, el asunto político. Siguen atrincherados en su defensa del derecho a decidir como si hubiera alguien que pudiera discutirlo desde una perspectiva de radicalidad democrática. ¡Faltaría más! Pero igual a sus representados también les gustaría decidir sobre la política industrial de Catalunya, la que sí puede hacer de acuerdo con sus competencias; o resolver sobre la fiscalidad diferencial catalana (por qué razón es más caro ser empresario en Catalunya que en otros puntos de España, por ejemplo); incluso intuyo que a las pymes les encantaría decidir sobre qué gastos de la administración pública catalana podrían resultar más eficientes de cara a la comunidad.

Menos mal que el presidente de Pimec pidió al final diálogo político para referirse a las relaciones entre Catalunya y el gobierno de España. Que no haya visiones apocalípticas, frontistas, de enfrentamiento o de cualquier otro signo negativo. Las pymes no son como las grandes empresas, no tienen mercados exteriores consolidados en la mayoría de los casos y, en buena parte, son clientes del puente aéreo o del AVE y difícilmente entienden el espiral de confrontación que deben afrontar en su mercado natural.

González, Pimec, eran anfitriones de Mas y de su Gobierno anoche. Sólo por eso puede disculparse su falta de valentía en la crítica. Está bien eso de dar una de cal y otra de arena; está bien ser de los pocos que defienden una parte importante del tejido de empresas del país; y sería aún más de agradecer que los políticos conocieran de primera mano y sin dulcificar los planteamientos reales de quienes cada día abren la persiana de su negocio en un tiempo de enormes dificultades.