Piensa en verde globalmente, actúa localmente
Arco Iris cumple 38 años reivindicando que los planes para proteger el aire, el agua, la naturaleza y la fauna también son para proteger al ser humano
Estas palabras no nos dicen nada pero marcan los últimos 40 años del mundo actual, y de nuestra asociación: contaminación, deforestación, gases de efecto invernadero, lluvia ácida, calentamiento global, terrorismo forestal, especies invasoras, océanos de plásticos… Solo se puede pensar el futuro del siglo XXI y de nuestro planeta desarrollando lo verde; proteger la naturaleza y el clima, que son la vida de la vida. Más específicamente en Galicia, las últimas décadas se pueden describir como la etapa de la destrucción continua de nuestro hábitat, de nuestro ecosistema, de nuestro medioambiente, y todo ello en paralelo a la desaparición de nuestro rural.
El filósofo griego Platón ya advirtió del impacto humano sobre la naturaleza, y en el año 400 A. de C. denuncia que la deforestación es la causa de la erosión del suelo y la seca de los acuíferos. Los ecosistemas y sus especies sustentan y hacen plena nuestra vida en nuestro planeta; pero como muy bien reseña en su último libro “El afán sin límite” la geo-bióloga americana Hope Jahren, “si continúa la tendencia actual de destrucción por la humanidad de los ecosistemas naturales, a la tierra le quedan unas] pocas décadas de vida; los planes para proteger el aire, el agua, la naturaleza y la fauna son planes también para proteger al ser humano”.
Desde su nacimiento en los años sesenta en EE UU de la mano del pacifismo, y su formulación teórico-política en Alemania en los años ochenta del siglo pasado, el ecologismo es la ideología más innovadora, ya que obliga a cambios esenciales en la conducta y el compromiso de las personas, en definitiva de nosotros mismos. Razón por la cual no solo debe haber educación ambiental, sino conciencia ambiental para mutar nuestras conductas individuales con la naturaleza y con el medio ambiente.
Sobra también la burocracia del medio ambiente, una contaminación más que sufre la naturaleza
Tenemos que alertar también de los enemigos del ecologismo, necesitamos una ética ambiental, no un mercantilismo ambiental, los mercaderes sobran; la naturaleza y los ecosistemas no son una mercancía más, sujeta a la mercadotecnia ni a los especuladores financieros.
Sobra también la burocracia del medio ambiente, una contaminación más que sufre la naturaleza; burocracia formada por un ejército de vividores con la única finalidad de obtener una nómina a fin de mes para su supervivencia económica. Y, por último, la enfermedad infantil del ecologismo, el animalismo, una patología nociva definida así por el pensador y ecologista italiano Massimo Fini, que no es otra cosa que la victoria de la factoría mediática de Disney en generaciones urbanas al llegar a su mayoría de edad. Hay que recordarles lo que expresa el cineasta japones Miyazaki Hayao en sus películas de animación, la forma de retratar y plasmar la naturaleza. Una naturaleza que no se subordina a las personas ni a sus personajes mitológicos (también animales): “Las relaciones humanas no son lo único interesante; todos los elementos del mundo encierran belleza: el paisaje, el clima, el tiempo, la luz, la vegetación, el agua, el viento…”
Para terminar con fe en el futuro de la naturaleza y también de nuestro planeta, más animación, en este caso de la Warner Bros: “Eso es todo amigos”.
Francisco Lueiro (médico) y Manuel Meiriño (abogado) son miembros de la Asociación ecologista y pacifista Arco Iris