Pere Aragonés, el débil pero…
Tenemos a un gobierno con una minoría por debajo de lo normal, 33 contra 102, dispuesto, porque puede, a elaborar unos presupuestos y gobernar durante los próximos dos años y un poco más
En la historia de la Cataluña con Generalitat repuesta no ha existido un gobierno tan débil y con tan pocos diputados como el de Pere Aragonés. Esta es una idea sustentada en los números absolutos que a veces sirven para arrancar un artículo, pero poco más.
Si jugamos a las comparaciones odiosas, hace cinco años Ciutadans obtuvo 36 diputados y se convirtieron en primera fuerza del Parlament y su posible gobierno fue imposible. Este ejemplo demuestra que lo absoluto es relativo, aunque parezca una contradicción.
Así tenemos a un gobierno con una minoría por debajo de lo normal, 33 contra 102, dispuesto, porque puede, a elaborar unos presupuestos y gobernar durante los próximos dos años y un poco más. Es la idea.
Lo de hacer los presupuestos ya, de entrada, es complicado. Primero porque ya existen unos presupuestos sobre la mesa anunciados por Jaume Giró, el hasta hace unos días conseller de Economía, pero hechos por el partido que ha abandonado la mesa de Gobierno.
Segundo, porque con quien tendía que pactar las nuevas cuentas es con quien más queda erosionada su imagen frente al votante ‘indepe’. Tercero porque la inflación está disparada y eso siempre dificulta la seguridad de las inversiones y el gasto.
Y para ponerlo un poco más de divertimento político, y como cuarta dificultad, porque la negociación coincide con las de los Presupuestos Generales en el Congreso donde ERC tiene mucho que decir o callar.
Vasos comunicantes. La política, como escribíamos la pasada semana, está repleta de situaciones que afectan al conjunto. Así, mientras que lo más sencillo sería que el president Aragonés pactara en Cataluña con el PSC y Comuns, las proyecciones electorales lo desaconsejan.
JxCat espera está posibilidad como aire fresco. Están dispuestos a plantar cara a cualquier acuerdo, aunque este fuera positivo para la ciudanía. De hecho, lo que están preparando son un largo argumentario para explicar a los suyos de ahora y de antes, que se pueden prorrogar los presupuestos sin que afecte a la calidad de los números. Por ejemplo, la llegada de los fondos Next Generation.
Mientras, los presupuestos caminan por alguna senda que nadie conoce de momento. Pere Aragonés formó gobierno con la técnica del que se sabe débil. Y lo hizo ampliando los rostros de los responsables de los departamentos y situando a independientes cercanos a otras formaciones políticas.
La jugada es hábil e inteligente, y acalla las voces interesadas dentro del ‘procesismo’ que estaban preparados para acusarlo de gobierno monocolor. Como respuesta clara ha llegado a situar al frente de la conselleria dedicada a los derechos sociales a un convergente de primera generación, Carles Campuzano.
Su perfil identifica perfectamente lo que está por venir. Esquerra también se coloca en esa tesitura: seducir a los socialdemócratas de siempre que por cuestiones de época se unieron a Jordi Pujol desde jóvenes.
Porque las cosas van a cambiar tras la municipales. La implosión está por llegar. Difícil discernir en este momento en cuántos trozos y dónde se van a alojar unos y otros. Y como ya hemos escrito en más de una ocasión afectará principalmente a la derecha catalana que, en algún momento, por sus procesos declarativos, bien parece haber caído seducida por lo más ultra.
La rueda de prensa de Laura Borràs para anunciar la marcha de su partido del gobierno dejó algunas perlas que merecerán una reflexión muy pronto de algunos dirigentes más adscritos a una verborrea matizada y no exagerada.
Prepárense y cojan palomitas. No será la última. Y de ahí saldrán las nuevas formaciones. Los estilos marcan criterio ahora que parece todos han despertado del sueño y saben que lo de la independencia en 18 meses eran tan cierto como los Magos de Oriente.