Perder

Si alguien cree que con lo sucedido estos días se gana algo bueno para Cataluña, abandonen toda esperanza

Es imposible acertar siempre. Todos nos equivocamos. Yo, sin ir más lejos: me había apostado con Carlos Carrizosa y otros compañeros del grupo una taza de “La República No Existe, Idiota” (la única que ahora mismo nos queda en las dependencias del grupo parlamentario) a que Junts no salía del gobierno catalán, y en fin, que no la he ganado. La he perdido.

La mismísima Lola García, directora adjunta de La Vanguardia y autora de “El muro”, recién publicada por Península, apostó públicamente en el acto de presentación del libro en Barcelona (miércoles 5 de octubre) a que Junts seguiría dentro del ejecutivo catalán, y también perdió la apuesta.

Más se perdió en Cuba y más ha perdido Junts, por supuesto. Aunque sólo sea porque llevan mucho tiempo subestimando a Pere Aragonès. Recuerdo ahora que el día de la presentación del libro de Lola García, en una importante librería de Barcelona, vi llegar al exdiputado y exconvergente Carles Campuzano, con una expresión en la cara de quien tiene una cita importante. Es obvio que Aragonès no esperó a saber si el gobierno viejo decaía para sentarse a tentar el nuevo.

Laura Borràs y Jordi Turull ofrecen una rueda de prensa tras la votación de los militantes del partido. EFE/ Enric Fontcuberta

¿Y ahora qué? ¿Gana alguien? A medida que Junts implosiona, Aragonès y ERC se expansionan, en el sentido que siempre soñaron, tomando al asalto, no exactamente el cielo, pero sí el pal de paller de la Cataluña nacionalista que durante tanto tiempo pareció inalcanzable para nadie que no fuera Jordi Pujol.

¿Pujolea o minipujolea Aragonès? Parte de la sospechosa rapidez con que muchos titulares de prensa dieron por roto el gobierno en cero coma tras conocerse el resultado de la votación en Junts, como con prisa por “pasar página” (una frase a la que Salvador Illa nos tiene muy acostumbrados, y que a algunos nos pone los pelos de punta cada vez que la dice…), quizá esperaban ver caer como fruta madura el para ellos anhelado tripartito. Pues va a ser que no, o tiene toda la pinta. La ¿oposición?, si a Illa hay que fiarla y de Illa depende, podría alargarse y alargarse en el tiempo. ¿Como la de Obiols a Pujol?

Quién sabe. Tantas apuestas perdidas en pocos días son una lección de humildad para el observador y analista más curtido. Cierto es que a veces, nada es más difícil de predecir que el error, humano o político. Cuando analizas tiendes a creer que todo el mundo va actuar en la gama alta de sus capacidades. Y no siempre va así, para qué nos vamos a engañar.

En cualquier caso: si alguien cree que con lo sucedido estos días se gana algo bueno para Cataluña, algo que contribuya a “pasar página” en el sentido de aliviar la pesadumbre que el procés ha causado y sigue causando a millones de catalanes y españoles, abandonen toda esperanza. Se está fraguando una especie de neopujolismo. Con el mismo afán hegemónico que el anterior, pero sin las contenciones constitucionales que aquel tenía.

Y su socio preferente aún va a resultar que ni siquiera es Pedro Sánchez. ¿Y si es Pablo Iglesias? A ver si en las próximas elecciones al Ayuntamiento de Barcelona, en lugar de animarnos a “elegir” el mal menor entre Ernest Maragall y Ada Colau, nos animan a sufrirlo todo junto por el mismo precio. Perder y desgobernar, todo es empezar…

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