Tres protagonistas, una historia. Los nombres: Manuel Torreblanca, Javier Faus y Román Sanahuja. Y también un espacio, el Hotel W, ese nuevo hotel que se dibuja en el skyline de Barcelona y al que la sabiduría popular ha bautizado rápidamente como hotel vela.
El establecimiento es propiedad a cuartos de cuatro socios: la compañía de servicios e infraestructuras FCC; la empresa Comsa-Emte (controlada por los grupos familiares Miarnau y Sumarroca); la también constructora OHL; y de BCN Godia, la sociedad instrumental de Liliana Godia, una de las mayores fortunas catalanas en la actualidad, y cuya administración tiene encomendada su esposo, el empresario Manuel Torreblanca.
Esa composición accionarial no siempre ha sido la que acabo de narrarles. Antes, la participación de los Godia había sido propiedad de otro grupo familiar, los Sanahuja, hasta el pasado año. Recuerden que bastantes meses antes, el patriarca de esta inmobiliaria (Román Sanahuja) se lanzó a una disputa por el control de Metrovacesa que algunos consideraron muy valiente en los tiempos en que se produjo y con lo que se avistaba en el horizonte.
Para hacerse con la compañía que controlaba el sevillano Joaquín del Rivero, Sanahuja pidió prestado a Manuel Torreblanca casi 90 millones de euros. El trato era que los Godia compraban acciones de Metrovacesa para facilitar a Sanahuja la toma de control. Todo un lío habitual en las operaciones hostiles, cuyas derivaciones ahora aparecen.
Antes de que los Sanahuja pagaran la deuda contraída con Torreblanca-Godía, el grupo familiar se desmoronó. Varias sociedades vinculadas a Sacresa llevaron sus libros al juzgado para solicitar el beneficio del concurso de acreedores. Y los Sanahuja entregaron, como dación en pago, su 25% del hotel y de un solar adyacente a BCN-Godia.
Hasta aquí todo correcto, salvo por una cosa: los administradores judiciales del concurso interpretaron que el traspaso de ese activo había sido realizado por debajo de los precios de mercado y que, en consecuencia, los Godia habían comprado más barato, ya que el resto de los acreedores de los Sanahuja iban a sufrir una importante quita. Cinco millones más barato, en concreto.
Esa es la cifra que, mediante un cheque, Torreblanca ha abonado a quienes administran el concurso de Sacresa para evitarse un largo pleito. El pago ha sido realizado hace apenas unas semanas.
Mientras, uno de los ejecutivos emergentes de la ciudad, ha intentado hacer negocio con ese mismo y emblemático hotel barcelonés. Se trata de Javier Faus, fundador y CEO de Meridia Capital, un altivo abogado que ha hecho carrera en el inmobiliario y más recientemente en la junta del Barça, en la que su presidente Sandro Rosell le ha investido vicepresidente económico. Por cierto, tratándose del Barça, Faus es Xavier. En su web, en cambio, sigue siendo Javier. Un tema menor, por supuesto.
El fondo de capital riesgo que creó Faus ha pavoneado por la ciudad de su interés por adquirir el hotel W, incluso ante algún medio de comunicación. El abogado que compró el Hotel Arts de Barcelona el 11 de septiembre de 2001, aquel fatídico día, se ha especializado en la adquisición y reventa de hoteles en diferentes puntos del mundo. Ahora decía que estaba dispuesto a pagar unos 240 millones de euros, el precio que los propietarios han puesto a la vela hotelera barcelonesa.
Pero no ha podido ser. Faus ha divulgado por Barcelona que el asunto entre Torreblanca y Sanahuja le forzaba a desistir de la operación por la inseguridad jurídica que suponía. El asunto ha adquirido tintes rocambolescos, provocando la irritación de los Godia con Faus. Torreblanca había asegurado que si el problema para llevar a cabo la compra era la incertidumbre, ellos ponían un aval encima de la mesa que evitara cualquier problema posterior. Pequeñas peleas de gallos burgueses…
La realidad es bien distinta. Faus se comprometió a reunir entre accionistas privados 80 millones de capital y a asumir el préstamo de 160 millones de euros con que Banc Sabadell y La Caixa financiaron la infraestructura hotelera. Sobre el papel, que lo aguanta todo, parecía un diseño correcto de la operación. Pero al vicepresidente del Barça, tan agudo en anteriores operaciones, se le habían escapado algunos elementos capitales: el primero, no ha podido reunir los 80 millones de equity que había comprometido; el segundo, Banc Sabadell y La Caixa se comprometieron a subrogarle el préstamo, pero no con las mismas condiciones que a sus beneficiarios originales. Así, el tipo de interés fijo del 2% que pagan los actuales propietarios pasaba a ser del 4% si Meridia Capital quería el hotel.
Es posible que la relación entre Torreblanca y Faus no vuelva a ser la misma después de ese encontronazo. No tanto por haber fracasado la venta, que a los Godia no les aprieta ningún zapato económico, sino por el papel del vicepresidente del Barça en los mentideros burgueses de la ciudad. Ya se sabe, no puso la vela en la dirección más favorable al viento y ha quedado retratado.