Pedro Sánchez no es el único victimista

La intención de Sánchez consiste en presentarse como víctima, en principio de Podemos y en segundo lugar de Ciudadanos

Quejarse de la forma como rebota la pelota puede esconder dos intenciones, una inocentona, la otra aviesa.

La más corriente es la de quienes se quejan del rebote en vez de admitir con simplicidad y llaneza que no han acertado al golpearla. La retorcida consiste en golpearla con efecto, si bien con disimulo, a fin de que la jugada no salga bien pero sin que nadie puede culpabilizar a quien lleva la iniciativa.

Es, eso segundo, lo que está haciendo Pedro Sánchez. Cerrar la puerta a cualquier forma de gobierno de coalición y abrirla a toda clase de componendas y garantías a condición de que resulten tan livianas que la menor brisa pueda servir de excusa para llevárselas.

Conste que el gran culpable de que el candidato no saliera investido a la primera intentona, en julio, fue Pablo Iglesias. De algún modo lo admitió al declarar, en los inicios de esta segunda ronda, que volvía al punto de partida. “Si me das lo que me dabas, te voto como no te votaba”.

A saber si esta pelota, en principio bien lanzada, escondía también una dosis elevada de mezquindad maniobrera: enterado de que el PSOE no quería coalición, le enfrentaba así a la dificultad de responder por qué lo que antes de vacaciones era bueno a la vuelta pasó a ser malo.

La respuesta socialista, “la oferta ha caducado”, es muy poco convincente, y menos aún cuando hay tanto en juego, en juego de verdad, no en las partidas del politiqueo.

Falsas partidas o partidas falsificadas, da lo mismo

La siguiente bola, siguiente y anterior, de Sánchez consiste en demostrar que su programa es de izquierdas y pedir, o más bien exigir a Unidas Podemos, un apoyo desde fuera, con garantías evanescentes e inconcretas como las descritas en el principio del presente análisis.

La respuesta, asimismo torticera de Iglesias no se ha hecho esperar, y amaga con apoyar la investidura de modo completamente gratuito, desvinculando su posible ‘sí’ de cualquier programa y abstenerse así de contraer un compromiso de continuidad en la vinculación de su formación con la posterior andadura del gobierno, que de este modo se encontraría a precario.

Falsas partidas o partidas falsificadas, da lo mismo. La impresión es que el encuentro de verdad no ha empezado todavía. A saber si va a empezar de veras o seguiremos en las mismas hasta que finalice el plazo, un plazo que va acercándose indefectiblemente, sin posible freno, respiro o paréntesis.

La posición de Podemos es, o compromiso total desde la cabina de mando del consejo de ministros o que cada cual se las componga, ya sea con o sin elecciones. La del PSOE parece dibujarse asimismo con claridad. Programa de izquierdas con controles del socio desde el parlamento o desde cargos inferiores pero siempre fuera de la cabina de mando.

Tal como están planteadas, no son conciliables. Pese a las apariencias, siguen tan alejadas como el primer día o incluso más, después de la sorprendente, y errónea, insisto, negativa de Podemos en forma de abstención de julio.

De este modo, salvo acuerdo final por sorpresa, algo que no se debe descartar hasta el último segundo en atención a la tipología de este par de tahúres, nos encaminamos a la repetición de elecciones por segunda vez consecutiva, legislatura tras legislatura, inestabilidad sobre inestabilidad, redoblada ausencia de mayoría.

Lo único incontrovertible, llegado el caso, es la consolidación de Pablo Casado como líder del PP

La intención de Sánchez consiste en presentarse como víctima, en principio de Podemos y en segundo lugar de Ciudadanos, a quienes señala ya, de modo anticipado, como culpables de una situación que dice no desear.

La contra de Iglesias consiste en desenmascarar el juego de su rival y único socio posible para alcanzar la menor cota de poder e influencia real en la política española. Si el PSOE no obtiene el apoyo de Podemos es porque no lo desea, por puro electoralismo, no porque Podemos se niegue.

A pesar de lo que digan algunos sondeos, que bien pudieran ser sondeos-trampa, que anuncian serios avances del PSOE sin apenas retroceso de Podemos, la repetición electoral sería una caja de sorpresas, tal vez una caja de Pandora. Quien siembra vientos se arriesga a recoger tempestades.

Lo único que parece incontrovertible, llegado el caso, es la consolidación de Pablo Casado como líder del PP, ya que se encuentra en posición inmejorable para recoger votos de vuelta de los que partieron en dirección a Ciudadanos y Vox.

Incluso si Sánchez obtiene algunos escaños más necesitará a Podemos sí o sí, de manera que Iglesias podrá subir el precio de su apoyo, como ya ha avanzado, hasta exigir una vicepresidencia para sí mismo. No querías caldo, dos tazas.

Mientras, las nubes del entorno económico y geoestratégico van cobrando espesor. A ver si van descargar sobre España antes de que Madrid se haya dignado desplegar el paraguas de un gobierno capaz de tomar medidas.