Pedro Sánchez: moción al canto
El lider del PSOE ha presentado una moción de censura tras un día de meditación que pone en duda su capacidad de liderazgo
O moción o harakiri. Pedro Sánchez no ha tenido opción. Si no hubiera andado tan atolondrado en entrometerse en el partido de tenis entre Albert Rivera y Mariano Rajoy por el tema catalán, habría podido dedicar su tiempo a preparar un tremendo fogonazo el mismo día de la condena.
Sánchez no ha tenido otro remedio que presentar una moción de censura. Nadie dirá que no estaba avisado de la fecha y el sentido de la sentencia.
El supuesto líder socialista, además de políticamente torpe, que lo es, se ve a si mismo como un nadador agotado en mar brava a la búsqueda desesperada de un asidero. Sobre una ‘Piedra’ se levantó una iglesia y sobre un ‘Piedro’ se acabará hundiendo el PSOE.
No hacían falta preparativos para presentar la moción de censura, sólo un poco de instinto y arrojo
Sánchez intentaba agarrarse al 155 cuando lo tenía a mano, no los restos de este salvavidas hecho jirones por el que se pelean Rajoy y Rivera, sino una magnífica plataforma de lanzamiento. Probablemente la mejor de su azarosa e improductiva existencia política.
Al proponer la moción de censura aún puede salir disparado hacia lo alto, dirán algunos lectores. Claro. No es que haya llegado a tiempo, es que la plataforma de la moción de censura se hubiera convertido en un montón de chatarra si Sánchez no se hubiera subido a ella y desencadenado los mecanismos de ignición.
No hacían falta preparativos. No hacía falta perder el tiempo en consultas a los líderes territoriales ni a los amiguetes analistas. Sólo se necesitaba un poco de instinto y de arrojo, algo que si un día tuvo debe de haber perdido por el pánico de hundirse.
La última bala del PSOE
O moción o harakiri. No ha habido efecto sorpresa. Un buen político habría anticipado la moción como posibilidad y antecedente, para evitar que otro más oportunista intentara quitarle el balón de las manos.
Un buen político no habría tardado cinco minutos en anunciar la moción al saberse la dureza de las condenas y la culpabilidad del Partido Popular.
Un político con instinto de killer habría salido en tromba rodeado de sus fieles –no de sus enemigos internos— para señalar a Ciudadanos y Podemos como culpables de gravísima complicidad con la corrupción si dudaban en seguirle.
Pero en vez de actuar como un político en pos del poder, Sánchez calló como un niñato asustado.
Aseguran desde su entorno que pedía permiso. ¿Permiso? ¡Permiso! Si tiene miedo escénico, si no es capaz de dar este paso por su cuenta y mover sus propios hilos, que se una al club de las marionetas presidido por Quim Torra.
Sánchez se ha anticipado a un Rivera que quería madurar su decisión
O moción o harakiri. Y más aún cuando Pablo Iglesias le ha tomado la delantera. El ventanal de oportunidad abierto de par en par y su máximo rival, en horas aún más bajas que las suyas, indicándole lo único que puede y debe hacer: asomarse, levantar unos brazos salvadores de España.
Aunque tarde, ‘Piedro’ Sánchez ha reaccionado, y se ha anticipado a un Albert Rivera que anunció un antes y un después de la sentencia. Esperaba tener algo de tiempo para madurar bien la decisión.
Sánchez tiene la llave del giro más espectacular e imprevisto de la política española de los últimos tres cuartos de siglo. La llave, y con ella los focos.
El hundimiento del PP
“Rajoy consolidado en el poder hasta final de legislatura”, rezaban al unísono los titulares de anteayer. Bueno, pues va a ser que no, rectificaron después de que Sánchez cumplió con su deber de político. En cualquier caso, no tardarán en anunciar que Rajoy se tambalea muy en serio.
Como indicó un Pablo Iglesias reconvertido al errejonismo por obra y gracia de un portentoso chalet, Podemos apoyará incondicionalmente la moción de censura. Ante el estado de la corrupción, democracia. Restaurar la democracia amenazada empieza por sacudirse lo más vergonzoso.
Con el apoyo de Podemos y los que le van surgir aunque no los desee, Sánchez podría ser capatapultado a la Moncloa. Procedimiento peligroso, tremendamente inestable, cargado de hipotecas que no estará en condiciones de pagar. Necesita si o sí el apoyo de Ciudadanos, aunque sea en forma de abstención.
La única salida del PP para salvar la legislatura consistía en obligar a Rajoy
¿Se la brindará? Sin duda, pero con condiciones y después de hacerse de rogar. La principal, pactar reforma de los presupuestos al gusto de Cs y un calendario electoral que no le dé tiempo a consolidarse como presidente.
El gran caballo de batalla de Rivera consiste en extirpar la podredumbre, aunque solo sanee un poco las miasmas de la ciénaga. Su misión en la vida, cargarse a Rajoy y sustituir al PP como partido de referencia de la derecha española.
Sánchez se ha mostrado tan torpe que no puede ser rival aunque presida el Gobierno por un corto tiempo.
Como ya avancé en Economía Digital, la salida del PP consiste, o consistía, en obligar a Rajoy a dimitir, a la británica, y presentar otro candidato, pactado con C’s y el inefable PNV, para lo que quedara de legislatura.
Ahora que el PP ha sido condenado, me temo que ya ni eso.