Pedro Sánchez, atrapado

El presidente del Gobierno está atrapado por los enemigos de la Constitución porque así lo ha querido

Los planes de Pedro Sánchez para lograr los favores de sus aliados de ERC se están viendo distorsionados por la disputa desatada entre los dos partidos que sostienen, de malas maneras, la Generalitat.

Desde que ERC dejó caer a Quim Torra en el Parlament para que se hiciera efectiva la orden judicial de inhabilitarlo como diputado, la lucha fratricida entre las dos formaciones independentistas ha quedado al desnudo. Sin disimulos.

La competición entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras ha provocado el anuncio de Torra de una convocatoria electoral sin fecha y la aprobación de unos presupuestos que los dos están interesados en sacar adelante para poder medirse, luego, en las urnas.

Las elecciones van de someterse a concurso para demostrar quién es más independentista, echarse en cara mutuamente quién ha traicionado más al procés, y comprobar si las encuestas tienen razón, o no, al situar a ERC como el partido ganador.

En este fuego cruzado ha quedado atrapado Sánchez. Le empiezan a vencer los plazos de las facturas de ERC. Les debe mucho a quienes le votaron en la investidura y que tendrían que volver a apoyarle en los próximos presupuestos.

Se chocan las agendas: presupuestos en el Parlament, presupuestos en el Congreso, otras elecciones en Cataluña… Y el gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias intentando surfear en torno al Palacio de Pedralbes para que su ajustada mayoría en el Congreso (tan solo dos escaños de diferencia con la oposición) no acabe desmoronándose.

Torra acudirá a una mesa de negociación con Sánchez para reventarla

Si de aquí al 6 de febrero la bronca desatada entre los independentistas catalanes no acaba provocando mayores temporales, Sánchez mantendrá su agenda. O no. Ya veremos.

Si se reúne con Torra, el ‘inhabilitado’, legitimará a un president que ha dejado de ser diputado por orden judicial y que, además, ha dejado de representar al conjunto del gobierno catalán.

Pero en medio del debate jurídico que ha provocado la situación tan anómala de Torra (sin acta de diputado pero presidente del gobierno autonómico), el Gobierno de Sánchez e Iglesias se está alineando con quienes desafían a la justicia.

En apenas tres semanas que lleva ejerciendo, se ha enfrentado al Poder Judicial y ha desautorizado a la Junta Electoral Central y, de paso, al Tribunal Supremo.

El PP lleva a los tribunales a Torra por usurpación de funciones mientras Sánchez insiste en que el antiguo Le Pen español sigue siendo presidente de los catalanes a todos los efectos.

Otra cosa es que le incomode el listón que ha ido poniendo Torra, que acudirá a una mesa de negociación con Sánchez para reventarla y dejar en evidencia a sus exsocios y competidores de ERC, días después de que Junqueras se haya jactado en sede parlamentaria de que el nuevo gobierno español baila al ritmo que ellos marcan.

Sánchez y los independentistas tienen coincidencias en su afán de revisar la Constitución del 78

En Cataluña existe un problema con la legalidad desde hace años. Sus gobernantes nacionalistas, a diferencia del PNV, se saltan las normas. Quienes conspiraron contra la Constitución amagan, desde la cárcel, con la desobediencia.

Sánchez estudiando cómo puede rebajar la pena de sedición mientras el sedicioso amenaza con reincidir en el delito. ¿Eso es desjudicializar la política o desautorizar a la Justicia?

Pero Sánchez está atrapado por los enemigos de la Constitución porque así lo ha querido. Tuvo otras opciones. Pactar con el centro derecha constitucionalista, por ejemplo. Habría conseguido una mayoría más holgada sin necesidad de recurrir a tantos partidos de un solo escaño.

Pero no quiso. Con la excusa de querer pasar a la historia como el ‘pacificador’ del conflicto catalán a base de hacer concesiones a los separatistas, se alía con ellos.

Porque, en el fondo, tienen coincidencias en su afán de revisar el modelo de la Constitución del 78, aunque diferirán en el método. Pero desmontar la política del consenso y el denominado ‘régimen’ de la Transición forma parte de sus objetivos comunes.

Es una operación de riesgo. Sus constantes volantazos (los últimos en política exterior con el inquietante episodio de la entrevista clandestina entre la vicepresidenta de Maduro y el ministro Ábalos) impiden presagiar cómo le va a salir la ‘operación Cataluña’.

¿Y si ERC y JxCat vuelven a sumar la mayoría en las próximas elecciones?

Sánchez cree en la posibilidad de un gobierno tripartito con ERC y los comuns. Sus cálculos son tan optimistas que el PSC se permite decir que nunca facilitarían la presidencia a un independentista. Eso quiere decir que se ven ganadores.

Pero una cosa son las encuestas y otra, las urnas. La campaña entre los de Puigdemont y los de Junqueras será a ‘cara de perro’, sin duda. Pero… ¿y si ERC y Junts per Catalunya volvieran a sumar la mayoría en las próximas elecciones?

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