Pedro Fontana: el retail explora el fin de la crisis

Pedro Fontana es un cruce entre origen y meritocracia. Perteneció al grupo gestor del COOB 92, un salto de calidad que divide el tiempo entre el trabajo y el deporte, aunque sus amigos confiesan que su drive no suele pasar del bunker o que va directamente al rough. Asumió la presidencia ejecutiva de Áreas, fundada por su amigo y accionista Emilio Cuatrecasas, el influyente abogado investigado por Hacienda en el desmoche de los años del boom. Ha sufrido la crisis sin conocer la burbuja.

Daguerrotipo: Pedro Fontana

Aceptó la presidencia de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) en el ámbito mediterráneo para darle un vuelco a un foro que ha ido de lo rancio a lo institucional. Es bien conocido que fue presidente del Círculo de Economía en una de las etapas más vivas de la institución –después de la primera presidencia de Josep Piqué– marcada por las tangentes entre el centro derecha y el mundo empresarial. Ha flirteado con la política y se ha dejado querer por los gobiernos de turno, sin llegar jamás a ningún partido. En la Cataluña de los dos poderes, fue más amigo de Maragall que de Pujol.Milita en el liberalismo compasivo y se muestracercano al contagio de Artur Mas por el lado de su radicalismo democrático.

La buena marcha del retail despeja al fin el horizonte de la crisis. En su momento, Áreas evitó los bonos, redujo su deuda y apostó en mercados de alto potencial. Tiene presencia en restauración, aeropuertos, áreas de servicio y estaciones de ferrocarril. Distribuye marcas propias como Deli&Cia, Eating Point, The Market, Natural Break, Divers, Caffriccio, News & Books o Sibarium, y franquicias, como Il Caffè di Roma, Starbucks, Subway o Burger King.

La empresa ha puesto su mirada en Estados Unidos, un mercado que representa el 20% de su facturación. Se adjudicó la gestión de la actividad de 47 locales de restauración de Barajas, el mayor contrato de la historia de los aeropuertos españoles.

Así define Fontana la integración de su negocio: «Antes, en los aeropuertos, había una cafetería, con un letrero que ponía Cafetería, sin más. Luego se llamó Cafetería Áreas. Ahora, es un Starbucks, gestionado por Áreas». Casi nadie se acuerda de que, hace medio siglo, Áreas nació en una gasolinera de la autopista Barcelona-Mataró; pero sí nos consta que hoy tiene implantación en España, México, Estados Unidos, Portugal, Chile, República Dominicana o St. Martín.

Aunque se ha entregado al mundo del consumo, Pedro Fontana proviene de la banca en la etapa de bonanza. Entró muy joven en el BBVA por iniciativa del mítico Juan Antonio Ruíz de Alda. Desempeñó la dirección general del BBVA en Cataluña, auspiciado por Emilio Ybarra Churruca y presidió Banca Catalana (sucedió a Saénz Abad), absorbida por el grupo vasco para reflotar la entidad fundada por Jordi Pujol. Antes de todo esto, había dado sus primeros pasos en la Marsardà, uno de los bancos de familia que dieron oxígeno al industrialismo catalán.

Cursó un MBA en la prestigiosa Harvard Business School, pero es un Esade en estado puro. Fontana se licenció en la escuela de la Avenida de Pedralbes junto a una generación que confirma las palabras del historiador Pere Fàbregas: «Esade nació para formar dirigentes, como lo había hecho la Junta de Comercio a mediados del siglo XVIII o mucho antes el Colegio Cordelles». El centro de inspiración ignaciana moldeó cuadros, derrumbó para siempre la herencia metafísica del justiprecio e impuso la casuística pegada al mundo de la empresa. Sus fundadores siguieron en 1958 la estela de la Comercial de Deusto.

La vinculación académica del presidente de Áreas ha sido pertinaz. Presidió la Fundación Esade, entre 2009 y 2013, con Eugenia Bieto, como directora general, la primera mujer que ha gestionado una escuela de negocios en España. El toque docente le emparenta con el segmento del empresariado arremolinado en las universidades, un elemento central de la colaboración público-privada. Ha sido presidente del Consejo Social de la UB. Entró en el consejo de Fira Barcelona en 2002, sustituyendo a Miquel Valls en un momento en que la Generalitat propugnaba la presidencia frustrada de Josep Maria Cullell.

La concomitancia empresa-banca ha pasado por años funestos. Con la economía española fuera de mercado, la falta de liquidez impacientó a los que buscaban dinero entre las migajas de Goldman Sachs y Morgan Stanley. En un momento de su carrera, Fontana tuvo que escoger entre las finanzas y la empresa familiar ¿El póquer del mentiroso o el ajedrez? Fue lo segundo, un deporte íntimo de mirada larga.