¿Pasará con Felip Puig lo mismo que con los Pujol?

El consejero catalán de Economía y Ocupación, Felip Puig, merece, como cualquier otro ciudadano, el respeto a su presunción de inocencia. Por más que existan denuncias, investigaciones en curso, sospechas incluso fundadas y una cierta aureola de conflictividad, hasta que la justicia no determine el papel que ha jugado en el asunto desvelado por este medio su honorabilidad política y personal debe quedar a buen resguardo.

Dicho esto, y para que no quede duda alguna, la rumorología que circunda la actividad política de Puig desde hace años se asemeja demasiado a la que impregnó a la familia Pujol durante tiempo. El consejero salió al paso hace unas semanas sobre este caso y, aunque no dio explicaciones referidas a los nuevos detalles que narramos, sí que negó cualquier tipo de implicación personal o familiar en el asunto.

Puig ha comprobado en las carnes de sus amigos que jugar con la política supone tener una casa muy limpia

Con los Pujol, como por desgracia se ha ido demostrando, la prensa catalana tuvo un trato exquisito, propio de la omertà imperante durante décadas. Pero no fuimos los únicos, los políticos de la oposición fueron igual de templados y, en consecuencia, de colaboradores con la desfachatez y, en cierta medida, con el fraude. Es posible que suceda algo similar con las sospechas que se ciernen sobre el consejero Puig. De oficio se investigará poco y mal.

El político de CDC ha sido uno de los más inteligentes del gobierno de Artur Mas en los últimos meses: pese a que en su pasado inmediato era uno de los soberanistas más radicales del partido, desde hace un tiempo ha modificado ese perfil y no se le escuchan demasiadas llamadas a la independencia ni en público ni en foros privados. Sabe que esa actitud despierta la fiera del Estado en forma de policía, Hacienda, jueces, fiscales…

Sería bueno aprender de cómo nos tragamos las correrías de los Pujol para no incurrir en idéntico error

Puig ha comprobado en las carnes de sus amigos que jugar con la política supone tener una espalda personal enorme y la casa perfectamente limpia. Entre el mundo barcelonés de los negocios y la política no se habla de otra cosa desde hace tiempo: Puig ha bajado el diapasón soberanista y está irreconocible, no quiere que Germà Gordó o el propio Santi Vila sean menos independentistas que él. Sorprendente para quienes le conocen desde hace tiempo.

¿Por qué lo hace? ¿Teme algún tipo de foco estatal sobre sus actividades personales y/o familiares? ¿Ha hecho algo de lo que pueda arrepentirse en términos de justicia o transparencia? Sólo el propio afectado y las investigaciones en curso pueden aclarar esos extremos, pero en cualquier caso sería bueno aprender de cómo nos tragamos todos las correrías de los Pujol para no incurrir en idéntico error.