Parlón, Iceta y el drama de los socialistas catalanes

La izquierda catalana que no apuesta por la independencia de Cataluña vive sus momentos más duros. Esa izquierda la ha representado el PSC y también Iniciativa per Catalunya. Las dos formaciones políticas, el propio PSC y, entonces, el PSUC, ganaron por ese orden las elecciones de 1977, las primeras del régimen democrático, y se vislumbraba que arrasarían en las primeras elecciones autonómicas en 1980. Pero no ocurrio. Lentamente, poco a poco, el nacionalismo impuso las reglas del juego. Primero CiU, y ahora Esquerra Republicana.

Los republicanos no han engañado a nadie. Llevan años con una obsesión, que toda la izquierda catalana entre en el campo soberanista. Y están a punto de lograrlo.

A ICV ya la han captado. Y a los ecosocialistas que quedaban por el camino, agrupados ahora en el espacio que lidera la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, los acaban de atrapar. Los llamados ‘comunes’, el frente de izquierdas que quiere articular Colau, participará en los actos de la Diada, y, previamente, conmemorará junto a la CUP y a ERC los 40 años del acto de la Diada en Sant Boi, en 1976. Lo que defienden todos esos colectivos es que Cataluña pueda decidir su futuro a través de un referéndum, con el acento, por parte de Colau, de que esa consulta se debe convocar tras un acuerdo con el Estado.

¿Quién se resiste a entrar en ese redil? De momento, el PSC, que, con Miquel Iceta al frente, considera que sin una solución en toda España, no habrá una salida en Cataluña. Iceta lo tiene claro. La prioridad es que se pueda articular una gran reforma constitucional en el conjunto de España, y para ello el PSC debe ayudar al PSOE, y el PSOE al PSC.

Pero el PSC no es monolítico. Aunque algunos dirigentes que defendían esa vía del referéndum ya se han ido del partido, algunas voces recuperan esa altenativa. Lo hace Núria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma, que ha anunciado su intención de disputarle la dirección del PSC a Miquel Iceta. A pesar de que no cuenta con muchos apoyos, y los que tiene se debe a diversas razones, entre ellas la propia de ocupar cargos orgánicos y sillas para poder acceder a cargos públicos en el futuro, la vía Parlón dejaría al PSC en el mismo rincón que ICV, diluido en un frente comandado por Colau.

Si esa opción triunfara, sería el fin del PSC, de una izquierda que se propuso articular un gran proyecto progresista para toda España, y que saboreó enormes éxitos. Sería su fin, como ya le ha ocurrido a ICV, que, tras las largas reflexiones entre Dolors Camats y Joan Herrera, –una batalla interna que perdió Herrera— sólo aspira a la pequeña porción que le deje Colau en un frente de izquierdas que tratará de gobernar la Generalitat en los próximos años junto a Esquerra Republicana y la CUP. (Resulta, ¡oh sorpresa! que el nuevo PDC, la ex Convergència, se ha dado cuenta ahora de que ese es, en realidad, el gran objetivo de Esquerra).

Y es que sería, en realidad, el gran triunfo de Esquerra Republicana, al lograr que el partido de Reventós y Obiols, el gran referente de la burguesía progresista y de las clases populares catalanas, acabara asumiendo las tesis soberanistas, aparcando de forma definitiva la ambición de trabajar por el conjunto de España. ¡Que satisfacción para los republicanos que ganar a los chicos socialistas de Sant Gervasi! 

Ese es del drama de los socialistas, acosados por todos los flancos, también por voces internas, que temen quedarse solas en un mapa mediático en el que ha ganado el soberanismo, y en el que se repite una y otra vez que el denominador común de la sociedad catalana es la petición de un referéndum, sin reflexionar en qué consiste, qué consecuencias tendría y sin pensar en que, en realidad, no se trata de una petición noble, sino en la excusa del nacionalismo para –hablando de ello de forma permanente– seguir gobernando y ocupar las principales esferas del poder.