Parches para las “pequeñas cosas”

Los dos grandes partidos están fraguando un acuerdo de mínimos en materia de corrupción. La sociedad demanda, seguro, un pacto más exigente, no sólo de mínimos, pero ya es algo que Partido Popular y PSOE afronten con sentido de Estado uno de los problemas –no el único– que más corroen los cimientos de la democracia.

En realidad, lo que está pidiendo a gritos la ciudadanía cabreada es un gran pacto anticorrupción, con participación amplia de fuerzas de todo el abanico político, no sólo de populares y socialistas. Vamos, al viejo estilo de los consensos de la Transición.

Entre otras cosas, parece que se va a pactar que los pagos ilegales a los partidos sean delito (¡aún estamos así!), se van a modificar leyes y se van a endurecer incompatibilidades. En las próximas semanas sabremos el alcance de las reformas, pero mucho me temo que las nuevas medidas no lleguen a todos los rincones del sistema, ni afronten todos los vicios adquiridos a lo largo de los las últimas décadas.

El goteo de casos de corrupción organizada y prolongada en el tiempo que salen a la luz, su magnitud y el evidente fracaso de los sistemas de control más elementales mantienen al personal en estado de profundo malestar. De poco servirá un remiendo. No se entenderá un mero apaño para ir tirando, sobre todo si se tiene la idea, inefablemente rajoyana, de que lo que se está revelando son solo “unas cuantas pequeñas cosas”.

Del mismo modo, las medidas anticorrupción deberían formar parte de una campaña creíble de regeneración democrática que, a día de hoy, no se atisba en el horizonte. A título de ejemplo, baste comprobar cómo, para asombro general, no han dimitido ni han sido cesados la ministra de Sanidad y el consejero madrileño del ramo, inepta la una, impresentable el otro.

De poco servirá cambiar las leyes si no da un vuelco nuestra esclerótica cultura democrática.