Para jóvenes, los de antes
El impacto del humor descacharrante en un video ha sustituido a la viñeta inteligente y el sexo explícito en cualquier web a los desnudos de las antiguas revistas
Para jóvenes, los de antes. Y para viejos, los de ahora. Esta frase es de un amigo de mi edad, claro, y la repite cada vez que cree que se da la circunstancia. Cuando, por ejemplo, alguno de sus hijos comete lo que él, padre sensato, entiende como una flagrante estupidez.
Lo ocurrido con los chicos del Colegio Mayor Elías Ahuja ha servido también para que mi amigo haya vuelto a las andadas con su lapidaria frase. A él, madrileño por los cuatro costados, el griterío nocturno de los estudiantes también le ha perturbado. “En nuestra época estudiantil íbamos con la tuna a rondar los pisos de las estudiantes”.
Eran finales de los años 70. Franco recién muerto y las primeras tetas aparecían en revistas que jugaban a mezclar desnudos con “reportajes en profundidad”. Eran tiempos de destape y apertura. Lo uno llevaba a lo otro. Censurar lo primero era no estar a favor de lo segundo. Ser un franquista, vamos.
La generación de nuestros padres, no digamos la de nuestros abuelos, decía que tanto despelote, carnal y político, no podía traer nada bueno. Si levantaran la cabeza comprobarían que el tiempo les ha dado la razón. Aunque sospecho que es lo que diría cualquier generación pretérita si pudiera comprobar lo que ha sucedido tras su desaparición de la faz de la tierra.
Aquí en cuestión de 40 años (¡40 años!) se ha pasado del “clavelitos, clavelitos…” al “¡Putas, conejas, salid de vuestras madrigueras!”. No me dirán que no es un cambio. Aquí hay una evidente evolución, o involución, como prefieran, fruto de diversos factores que voy a tratar de resumir en uno: el humor y su momento. La tuna de mi amigo estaba perfectamente preparada para poner música de bandurria a los gritos de los chicos del Elías Ahuja y a letras similares, que las había, pero la dictadura estaba todavía muy presente. Así que lo subversivo, lo trasgresor, se disfrutaba en “petit comité”.
La moral era la que era. Y solo los atrevidos (o estúpidos, según se mire) eran explícitos en sus manifestaciones. En aquel momento el humor crítico con los valores de la época estaba obligado a ser inteligente. Y por lo tanto no estaba al alcance de todos.
Hubo una etapa durante la dictadura en la que aparecieron varias revistas de humor satírico que tuvieron que luchar contra la censura, las multas, la persecución y las suspensiones como mejor pudieron. Fue famosa La Codorniz, que se definía a sí misma como “La revista más audaz para el hombre más inteligente”. En la hemeroteca se pueden encontrar todavía alguna de las famosas frases acuñadas en la publicación, que era censurada constantemente: “Sillines es a sillones como cojines es a X. Ya sabemos que por esto nos cerrarán la edición, pero nos importa dos X”.
El humor, o la falta de él, es uno de los indicadores más importantes que tiene una sociedad
Otra viñeta que se hizo famosa (creo que era de Chumy Chúmez, no estoy seguro. Es posible que algún lector nos saque de dudas) era la de una mujer en traje de baño que pasa junto a la torre de Pisa, que en lugar de estar inclinada está erecta.
En otro de sus números apareció publicada en una página una pierna con el siguiente texto: “Pierna de Marilyn Monroe valorada en 500.000 pesetas”. Y en otra página el dibujo de otra pierna: “La otra pierna de Marilyn Monroe valorada en 500.000 pesetas. Menudo tesoro tiene esta mujer entre las dos piernas”. La Codorniz vivió desde 1941 hasta 1978. Chistes y viñetas que ahora nos parecen tener una candidez casi infantil, en aquella época, sobre todo en sus primeros años, podía costar la cárcel a su autor.
El humor, o la falta de él, es uno de los indicadores más importantes que tiene una sociedad. Los guardianes de lo correcto están siempre al acecho. Hace 80 años y hoy mismo. Es la moral de quien está en el poder y nos indica qué se puede decir y qué no. Pero se equivocan quienes quieren dictar normas de buen comportamiento a estas alturas. Hace años que en España escasea la sutileza porque, entre otras cosas, así no se asalta el cielo ni se cabalgan contradicciones.
El impacto del humor descacharrante en un video ha sustituido a la viñeta inteligente y el sexo explícito en cualquier web a los desnudos de las antiguas revistas. Son parte de la revolución digital en la que han crecido los jóvenes. Por eso están convencidos de que nada ni nadie existe si no está en las redes. La clandestinidad y el anonimato son conceptos del pasado. Y decir burradas en público es casi una obligación generacional. Por eso los chicos y chicas que se han visto envueltos en el asunto de los colegios mayores de Madrid no entienden a qué viene tanto escándalo.
No saben que los vigilantes de lo correcto no descansan y tejen constantemente su telaraña. Siempre cae alguna mosca con la que alimentarse una temporada.