Papá Noel quiere a Wall Street
El quid pro quo entre Capitoll Hill y Wall Street, las dos calles más poderosas de EEUU, ha alcanzado este fin de semana su más alta expresión y es evidencia incontrovertible de que en Washington ya ni siquiera se intentan guardar las más mínimas apariencias de representación democrática.
A pesar de las incontables horas de debates durante el año legislativo, lo que realmente cuenta es el presupuesto anual del Estado, a quién beneficia monetariamente y los cambios legislativos incluidos como riders al documento financiero más importante del país. Los riders son provisiones adicionales añadidas a última hora, sin conexión lógica a la materia considerada, en este caso el presupuesto. Son una táctica clásica, anti-democrática, utilizada en el Congreso con frecuencia para introducir cambios legislativos controvertidos que no serían aprobados si se debatieran por si solos.
Como si de una subasta de Sotheby’s o Christie’s se tratara, los billonarios beneficios del presupuesto norteamericano para 2015 han ido a los dos mejores postores: Wall Street y el complejo industrial militar y sus satélites corporativos.
Más de la mitad de los 1,1 billones de dólares a repartir está destinada al sector de defensa, con unos 585.000 millones, 64.000 de los cuales financiaran iniciativas en el extranjero en Iraq, Siria y otros países. El Pentágono no andará nada corto en 2015 a la hora de adjudicar contratos a las industrias de armamento y contratistas de apoyo bélico. Ya en 1961 el visionario presidente Dwight Eisenhower advirtió del peligro que el complejo industrial militar podría representar para la democracia.
La Navidad ha llegado temprano a Nueva York este año. El otro gran ganador de la subasta presupuestaria es Wall Street. Con un lenguaje que se atribuye en su totalidad a Jamie Dillon, del Citigroup, el Congreso ha debilitado los fundamentos de la ley de protección anti-Wall Street, la importantísima ley Frank-Dodd, la bête noire de la bolsa.
Básicamente, las prohibiciones a la banca de especular en derivados y otros instrumentos exóticos financieros de alto riesgo quedan anémicas y otra vez más, la tesorería estatal se haría responsable de los fracasos especulativos de Wall Street. Esto se puede considerar una puerta abierta para futuros bailouts, los rescates bancarios, o lo que es lo mismo, la transferencia de volúmenes masivos de divisas provenientes de la tesorería estatal a las cuentas de los amos del universo. Es una póliza de seguros anti-riesgo para Wall Street. De ser debatida abiertamente, la derogación de las cláusulas fundamentales protectoras de la ley jamás hubiera sido aprobada por la ciudadanía.
Se advierte de que futuras excursiones y aventuras de Wall Street en instrumentos exóticos financieros, prohibidas en su día por la ley Frank-Dodd, pueden desencadenar descompensaciones graves en la economía norteamericana. Por un proceso de contagio económico internacional, este peligro debe de ser previsto en las economías aliadas y con nexos políticos y financieros vulnerables. El desarrollo de estrategias de blindaje financiero debería convertirse en prioritario, ya que la firma de Obama, que convertirá el presupuesto de 2015 en ley, se da por sentada.
Cabe mencionar que la amnesia del 113º Congreso, que anula las protecciones anti-desestabilizadoras legisladas como respuesta al desastre económico desencadenado por Wall Street en 2008, se manifiesta conjuntamente a la dramática elevación de los límites de donaciones políticas. Según la Agencia Bloomberg, el incremento de las contribuciones individuales permitidas a los partidos políticos nacionales es de un 1.000%. Un quid pro quo donde los perdedores son la ciudadanía, el Estado y potencialmente, las economías de los países aliados.
Quedando advertidos, es hora de que lo mejor del talento económico y legislativo occidental se ponga manos a la obra y construya las protecciones necesarias para evitar que la negligencia de los pocos se convierta en la miseria económica de los muchos.
Abogada estadounidense, doctorada en jurisprudencia norteamericana