Pánico a dejarnos votar
Ciñéndonos a sus datos “reales”, sólo con que movilicen a los más de millón y medio de manifestantes de la Diada del 2012 o los más de un millón seiscientos mil catalanes de la vía catalana del 2013 –vamos, la gran mayoría del “poble” que diria TV3–, tendrían suficiente para una holgada mayoría absoluta y la ansiada Independencia. ¿O quizás no? Pues parece que si Artur Mas, y también no lo neguemos ERC, tiene tanto pánico a dejar que la gente vote es porque no lo deben tener tan claro.
Ahora, que vote “el poble” en unas elecciones parlamentarias ya no es tan importante para el Govern. Cabe recordar que de las últimas independencias obtenidas en el mundo sólo la de Sudán del Sur vino por la vía referéndum. El resto fue por una proclamación desde el Parlamento tras unas elecciones democráticas donde cada partido expuso su idea de país. Quizás es falso que Mas se mire en las Bálticas, o hasta Kosovo, y realmente lo está haciendo en Sudán del Sur. Por similitud deberíamos esperar entonces que venga un día de estos ¿George Clooney?, or what else Mr. Mas?
Que más democrático que seguir los procedimientos que nos han regido estos años. Que más democrático que cada partido exponga en su programa una decisión concreta, sin tapujos, y directa sobre la independencia. Que más democrático que llamar a los ciudadanos a votar de una vez a quien quieren para que decida su futuro sin vacilaciones. ¿Por qué tanto miedo de CIU y ERC a unas elecciones que según ‘sus medios’ de comunicación tienen ganada por goleada? Quizás la palabra no es miedo y quizás es pánico. Pánico a entender que una manifestación no es una votación y que quizás sus números de fantasía no sumen tantos millones en votos.
Pese a que ahora algunos recuerdan que es un momento histórico del independentismo, no olvidemos que ERC tenía más diputados a principios del 2000 con el innombrable Carod Rovira que con el profesor Junqueras. CiU, y si alguien tiene dudas que le pregunten a Durán, no es tan independentista como personajes como Rull y Homs –sacados de una mala novela de serie B– creen. Y aunque los contertulianos fracasados de TV3 y otros medios subvencionados lo reiteren hasta la saciedad, el poble catalán es una amalgama de grises, donde la independencia siempre ha tenido sus seguidores –respetables–, pero donde el cambio in crescendo no ha sido tan espectacular como piensan.
Quizás si viniera Clooney con su encanto podría convencer a Forcadell y a Casals de la conveniencia de unas elecciones. En plan “ señoras dejémonos de mamonadas como el derecho a decidir –-que es obvio que lo hemos tenido siempre–, y votemos unos partidos claros que proclamen la independencia”. Éstas, con su influjo, podrían convencer a Artur Mas y su ilusión de pasar a la historia. Y éste, por una vez en su vida, podría pensar en alguien más allá de su espejo y dar a los catalanes la opción democrática de las elecciones. Todo lo contrario significará la continuación de la mentira y la omisión del primer derecho de los ciudadanos: elegir sus representantes sin ambigüedades y que estos, vía Parlamento, interpreten esa votación.
Creo que Artur Mas hasta la fecha se ha equivocado y mucho. Pero él que tan pendiente está de cómo figurar en los libros de historia, quizás no quiera acabar como Mas, el presidente cobarde. Aquel sumido en el pánico a convocar unas elecciones cuando la calle y el “poble” aclamaban la independencia. Mas se ufanaba de valiente, pero cada vez está más claro su creciente miedo a dar la voz a los catalanes en unas elecciones que tiene en su mano convocar. President Mas no tenga miedo, convoque elecciones y dejemos votar de una vez.