Paisaje después de Sánchez
La primera patada que los españolitos van a darle a Sánchez no va a ser en sus regias posaderas, sino que la van a asestar en los traseros de los líderes regionales del PSOE
Las diferentes encuestas regionales y locales que se han publicado estos días en diversos medios de comunicación van confirmando un paisaje -casi- homogéneo en nuestro país, que podríamos resumir diciendo que el Partido Popular tras merendarse a Cs, a buena parte de Vox y atraer a los votantes más moderados del PSOE, se sitúa ya en números de mayoría absoluta en sus feudos tradicionales a los que se añade Andalucía y muy cerca de la misma en Castilla-La Mancha y La Rioja, subiendo además muchos enteros en la Comunidad Valenciana, Aragón, Cantabria…. ¡y hasta en Extremadura!
A los socialistas, además de su gestión de la crisis del Covid -que es el menor de sus males sociológicos- se les están indigestando dos elementos fundacionales su Gobierno y que están demostrando que se han convertido en un agujero negro para sus expectativas electorales: El pacto con Podemos, que por mucho que cambien a Pablo por Yolanda, la cosa no termina de mejorar, y sobre todo la demostración permanente de su sumisión al independentismo catalán.
Y es que por mucho que se intente y por mucha buena voluntad que se ponga, es muy difícil explicarle a un votante de Águilas, Estepona, Gandía o de Navalmoral de la Mata que esto que está pasando en Cataluña es por su bien.
Así las cosas, y si no reaccionan pronto y de forma vistosa, la primera patada que los españolitos van a darle a Sánchez no va a ser en sus regias posaderas, sino que la van a asestar en los traseros de los líderes regionales del PSOE independientemente de su gestión al frente de sus gobiernos y de si se apellidan Page, Vara, Lambán o incluso Tudanca (un caso especialmente notable el de Tudanca ya que ni siquiera ha tocado pelo) y de muchos alcaldes socialistas que obtuvieron mayorías escasas en 2019 y que van a ser tumbados como piezas de dominó gracias a la contumacia olímpica de Sánchez por mantenerse dos años más en el poder caiga quien caiga. Caiga quien caiga menos él, claro.
Y miren, tras unos cuantos años en el negocio de la consultoría política y electoral, de las pocas cosas que tengo claras es que hacen falta muchos miles de concejales, muchos centenares de alcaldes y unos cuantos presidentes autonómicos para llevar un presidente a la Moncloa, por lo que si la debacle es tal como apuntan las tendencias, solo habrá un líder político con posibilidades ciertas de ganar las próximas elecciones, que no es otro que Pablo Casado.
Y con un elemento más que no quiero dejar de comentarles, cuando todo esto se produzca no va a ser para un periodo de tiempo corto, porque el PSOE que va a dejar Sánchez cuando se vea obligado a abandonar el poder no es ya aquel poderoso partido de hace escasos ocho años sino un triste remedo de sí mismo, una estructura meramente electoral que fuera del poder y sin asideros regionales y locales no va a ser capaz de producir ni liderazgos fuertes ni armazón ideológico o programático alguno, un partido descapitalizado de cuadros y sin métodos consensuados para producir cualquier relevo sin meterse en una guerra fratricida y de resultados inciertos.
Un partido secuestrado al que le va a quedar una larguísima travesía por el de desierto y que deberá comenzar a reconstruirse desde abajo, desde lo local y con un horizonte no de meses, sino de años…. o más bien, de décadas.