El pacto del Gobierno con el PNV arrincona al secesionismo
Frente al mensaje de 'España nos roba' el PNV ha abrazado el lema 'con España se puede negociar con beneficio'. El acuerdo desinfla las ideas independentistas
Mariano Rajoy necesitaba los cinco votos del PNV para garantizar, por lo menos, que las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado no prosperen. La hipótesis de prorrogar los presupuestos del 2017 quedó descartada por los acontecimientos. La incertidumbre del desenlace de las primarias del PSOE desaconsejaba esperar a octubre para implicar a un partido todavía sin liderazgo en un pacto presupuestario. Los últimos escándalos en el PP de Madrid han erosionado a Mariano Rajoy y debilitado la posibilidad de disolver el Parlamento y convocar elecciones. En este marco político, el camino más práctico era negociar con el PNV.
Bajo la dirección personal de Mariano Rajoy, la negociación ha sido estratégica y abarca mucho más que los presupuestos. Se ha desbloqueado el cupo vasco que estaba atascado desde 2007 y llegado a un acuerdo para una inversión en infraestructuras que supera los 3.000 millones, sobre todo para enlazar las tres capitales vascas con el tren de alta velocidad. Se ha fijado el cupo vasco para los próximos cinco años y como consecuencia de la negociación, la Hacienda vasca recibirá 1.400 millones de euros, que según las cuentas actualizadas habría pagado de más en los últimos 10 años. Un acuerdo muy generoso de Rajoy que esconde otros objetivos.
El camino más práctico para el PP era negociar con el PNV
Sobre todo, el acuerdo del PNV con el PP demuestra la sinceridad de las tesis de Iñigo Urkullo. El PNV se instala definitivamente lejos de la tentación secesionista y busca el desarrollo económico y social de Euskadi en el marco de una España en la que ha encontrado un modelo estable de negociación de sus intereses. Además, el acuerdo que se ha explicado a la sociedad vasca como una importante conquista de Euskadi, colaborará en seguir desinflando el globo de la independencia, en una sociedad normalizada con la desaparición de la violencia terrorista y que, al contrario de la catalana, se empieza a sentir cómoda en España.
Frente al mensaje de “España nos roba” el PNV ha abrazado el con “España se puede negociar con beneficio”. Una diferencia que puede llegar a ser letal para los planes del independentismo catalán.
El PNV se instala lejos de la tentación secesionista y busca el desarrollo económico y social
¿Cómo ha podido evolucionar la negociación que se descartaba por el PNV hace cuatro meses hasta la satisfacción vasca por el acuerdo alcanzado?
El 17 de enero, Aitor Esteban en declaraciones al Diario Vasco de San Sebastián decía: “Si Rajoy me pidiera apoyo para los presupuestos hoy le diría muy a gusto que no”. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Habría que analizar a los protagonistas vascos de esta negociación. Todos pertenecen a la rama vizcaína del PNV. Eso es decir mucho. Iñigo Urkullo, lehendakari del gobierno vasco, fue primero presidente del Euskadi Buru Batzar, para ser investido presidente del gobierno vasco en diciembre del 2012. En plena crisis del gobierno con el independentismo catalán realizó unas declaraciones que no admiten interpretación en su posición política. “No hay sitio para la independencia en la Unión Europea y un mundo globalizado”.
El presidente del Euskadi Buru Batzar, que siempre ha tenido la última palabra en la bicefalia del PNV, también es vizcaitarra. Andoni Urtuzar no ha sido cicatero a la hora de valorar el acuerdo alcanzado con el PP. Ha mostrado satisfacción por colaborar a la estabilidad de España, haciendo referencia, incluso, a unas declaraciones de Xabier Arzallus en 1998, después del acuerdo alcanzado con José María Aznar.
Lejos quedan los tiempos del plan Ibarretxe, con el que el PNV acarició una consulta popular
Por último, y no por ello menos importante, el portavoz del PNV en el Parlamento vasco, Aitor Esteban, también perteneciente a la rama vizcaína del PNV, ha sido pieza fundamental en la negociación, por lo menos hasta el momento en la que tomó el mando Mariano Rajoy, nada más bajar del avión proveniente de Uruguay.
Lejos quedan los tiempos del plan Ibarretxe, con el que el PNV acarició una consulta popular que guarda cierta similitud con la que ahora pretenden los nacionalistas catalanes. Ya no hay “vizcaínos” y “guipuzcoanos” en la dirección del PNV, si se remonta a la historia de lo que han significado esos orígenes. No hay un PNV soberanista y otro partidario de profundizar en su autonomía.
El espejo vasco coloca a la Generalitat en una posición en la que lucha por salir del atolladero
La forma de valorar el acuerdo alcanzado indica los planes del PNV de ir desmontando las coartadas de Bildu y la tentación secesionista, que desciende en porcentaje pero que sigue existiendo en Euskadi. También la amenaza de Podemos, más cercano a la negociación con Bildu incluso en su reciente propuesta de moción de censura.
Mientras la Generalitat amenaza con la compra de urnas para un referéndum que no puede ser legal, la lección del PNV para quien la quiera entender, es que las instituciones de la democracia española permiten mantener una identidad, la gestión directa de la mayoría de las competencias y un entendimiento económico que permita el desarrollo económico y social de la comunidad vasca.
Un asunto capital para el PNV para quitar a Bildu la bandera de los presos de ETA
El acuerdo alcanzado se proyecta en el tiempo, aunque no se conocen oficialmente los detalles. Paz en la negociación del cupo vasco y apoyo, si fuera necesario a los presupuestos del 2018.
Hay más, que está pendiente de acuerdo. Un asunto capital para el PNV para quitar a Bildu la bandera de los presos de ETA. Una vez aprobados los presupuestos generales de 2017, la negociación se centrará en la política penitenciaria. El máximo, es la transferencia de competencias al gobierno vasco, asunto al que se ha negado sistemáticamente el gobierno de Mariano Rajoy. Pero lo que está en juego en primera instancia es el acercamiento de presos al País Vasco, extremo en el que según algunas fuentes consultadas habría un principio de acuerdo.
Nadie hubiera pensado hace una década que el escenario contemplaría un PNV asentado en la institucionalidad y lejos del secesionismo y que el problema estaría centrado en el nacionalismo catalán.
Ahora, el espejo vasco coloca a la Generalitat en una posición en la que lucha por salir de un atolladero en el que no encuentra salida a pesar de sus fracasados intentos por dar credibilidad internacional a un proceso secesionista que no encuentra apoyo en ninguna parte.