Pacto de Estado o ‘gran coalición’

¿Un pacto de Estado o gran coalición para qué? En defensa de la Constitución y el Estado de Derecho y de la estabilidad política y económica

El PSOE gana con cierta holgura. Pero, no será fácil –políticamente hablando- administrar la victoria. ¿Con qué apoyos gobernará Pedro Sánchez? ¿Qué programa? ¿A qué precio? ¿Qué límites? Podría ensayar un gobierno en solitario recurriendo a la geometría variable. Pero, ello conduciría –con toda seguridad- a la inestabilidad y el vaivén permanentes. Y a la amenaza de una indeseable repetición electoral. Habla de un gobierno monocolor.

Una prueba de que el PSOE buscará el pacto. ¿Por qué habla de monocolor? Porque, quien busque el pacto –Podemos o Ciudadanos– deberá pagar un precio. Mientras tanto, hay que escenificar el gobierno en solitario.  

El PSOE podría gobernar con Unidas Podemos, pero el pacto o coalición tendría un precio o peaje difícil de asumir–en este caso- por el socialismo. Sobre todo, por lo que hace a la política económica. Por lo demás, sería un pacto o coalición –numéricamente hablando- insuficiente.

Podría apostar por una suerte de gobierno all party –un gobierno que todo lo atrapa- que incluyera a Unidas Podemos, PNV, Compromís y quien –abstenciones incluidas- se tercie. ¿A cambio de qué? ¿Más chequera? ¿Quizá algo más? ¿Alguna concesión política?

Y quien se tercie, decía. ¿También algún acuerdo, pacto o entente –opaco, nítido o transparente- con el secesionismo catalán? Habrá que creer –a modo de petición de principio- en el Sánchez que afirma que “los independentistas no son de fiar” ¿Será de fiar Sánchez?

Así las cosas, ¿por qué no plantear un pacto de Estado o gran coalición entre  el PSOE y Ciudadanos?

Un rodeo filosófico-politológico. Thomas Hobbes advertía de “que el origen de las sociedades estables se encuentra, no en la buena voluntad de unos hombres para con otros, sino en el miedo de todos entre sí” (De Cive, 1642).

El miedo como dinamizador del pacto. El miedo a quien podría quebrar el Estado de Derecho -el secesionismo catalán- o truncar el desarrollo económico –Podemos- . Miedo al populismo nacionalista y al populismo de izquierda. El miedo como mecanismo de defensa.   

Por eso –para defender a la sociedad frente a quienes generan miedo-, el filósofo inglés reivindicaba un contrato por el cual los individuos concedían sus derechos a un soberano o consejo. Para que les protegiera mejor.  

En España –como en cualquier democracia que se precie- eso ya ocurre. Pero, parafraseando a Hobbes, ¿por qué –dada la coyuntura- no depositar hoy la confianza en un pacto de Estado o gran coalición? Para protegernos frente a quienes amenazan la sociedad abierta.

Los pactos municipales y autonómicos, ¿implementarán el pacto o la coalición entre el PSOE y Ciudadanos?

Para que el pacto de Estado o gran coalición exista, es necesario que PSOE y Ciudadanos lo constituyan renunciando –en algún grado- al interés personal o partidista en beneficio del bien general. Difícil cuando se busca absorber/hegemonizar el espacio de izquierda o derecha a costa de Podemos y PP.

A pesar de todo, no cabe descartar un pacto o coalición a modo de antídoto contra el coqueteo con el populismo y el secesionismo. Los pactos municipales y autonómicos, ¿implementarán el pacto o la coalición? Se verá en mayo o junio. ¿Quizá un pacto o coalición a media legislatura?        

Y bien, ¿un pacto de Estado o gran coalición para qué? En defensa de la Constitución y el Estado de Derecho y de la estabilidad política y económica.

Máquinas electorales obsesionadas con el poder

¿Adiós a la pluralidad democrática multipartidista? No es eso. Se trata de hacer frente a una situación especialmente delicada en que hay mucho en juego. Nada nuevo en una Unión Europea en la que los pactos de Estado y las grandes coaliciones no son una excepción.     

Una cuestión de fondo: los partidos políticos -por decirlo a la manera de Maurice Duverger-, ¿serán capaces de superar la tentación de ser máquinas electorales obsesionadas por el poder? 

A quienes hablen de pesimismo, se les da la razón. Y se les recuerda las palabras de Norberto Bobbio: “Sólo el buen pesimista está en condiciones de actuar con la mente despejada, con la voluntad decidida, con sentimiento de humildad y plena entrega a su deber” (El destino del hombre, 1976).