Paco Sanuy: remake, a la sombra de Prenafeta
Francesc (Paco) Sanuy salta de repente a la actualidad como una derivada del caso Pretoria. Según la instrucción del juez Ruz, se habría lucrado con los negocios irregulares de Lluís Prenafeta, ex secretario general de la Generalitat. Superpaco, flagelo del «capitalismo Cibeles» (el de Alierta, Borja Prado y compañía) y azote del capitalismo corporativo de las cajas de ahorro, recibe la visita judicial.
Los demonios familiares llaman a su puerta; no es la política ni la economía; solo es una tangente, un regreso al pasado; lo innombrable, como los mitos que acecharon a Lovecraft, el genio de Providence.
Paco Sanuy lo fue todo en la primera mitad de los 80. Predilecto de Jordi Pujol, primer consejero de Comercio y valedor de la atracción de capital extranjero. En la primera visita de Pujol a Tokio (1985), Paco hizo de guía y Juan Echevarría Puig de pigmalión. Con este balance: Nissan reforzó su factoría de Zona Franca, Panasonic se trajo a Pioneer y Matsushita prometió amor eterno a Catalunya. Pas mal.
En los años del crecimiento, la política volaba cuesta abajo y sin frenos. Sanuy formó parte del equipo fundacional de Ifema, la Feria de Madrid, eje de la competencia frente a Barcelona, férula de un mal endémico para los catalanes. Cuando Barcelona incubaba un periodo de anacronismo derivado de la pelea entre Pujol y Pasqual Maragall, el modelo de Sanuy hizo florecer al competidor: germinó ARCO, trasladó parte del Automóvil a Madrid y vendió Fitur, el gran salón del Turismo. Cerró acuerdos con Caja Madrid, Cámara de Comercio, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid; traspasó su cargo a Manuel Coronado y luego, como si nada, volvió a casa, al redil de Pujol.
Pocos años después, Disney Corporation intentaba abrir en España su proyecto de parque europeo. Quien llevaba las negociaciones en el ejecutivo de Felipe González era Guillermo de la Dehesa, secretario de Estado de Economía, que sugirió que Eurodisney se instalase en Almería o en Alicante, aunque los americanos tenían decidida la ubicación en Salou (Tarragona). Cuando Sanuy ofreció subvenciones a Disney, De la Dehesa entró en cólera: «Disney se instalará en Pego, donde Isabel Presley es una comisionista», según la versión de Sanuy. Finalmente y harta de presiones, Disney acabó llevando su parque a París. Y Sanuy culpó a Madrid chapando el asunto con uno de sus axiomas de la desesperanza: «O mía o de la tumba fría».
A la vista de su balance, el patriotismo no excluye el negocio. Sanuy, que había sido subdirector de Fira Barcelona en la etapa de José Tifón, fue señalado para preparar el éxito de la Expo sevillana del 92. Como hombre de ferias y congresos no se ha perdido ni una. Ahora, en el otoño de su carrera, le ha pillado la era de la contrición, un tiempo en el que se proyecta el oprobio, antes incluso de cualquier imputación.
A causa de Pretoria, Sanuy empieza con susto el año de Syriza y de Podemos, (no el de Le Pen y Beppe Grillo). Su etapa referencial, la de los Roca, Cullell, Subirà, Alavedra y el resto de la vieja guardia convergente, no comparte la radicalidad de Artur Mas. Los veteranos de CDC ven cómo se acerca el entorno greco-español, cuya fuerza puede acabar con el sueño soberanista, alimentado hasta hoy por la miopía autoritaria de Mariano Rajoy. Viendo el desgaste de la fiebre independentista, los patricios de Pujol podrían resurgir incluso armados con su atávico reformismo a cuestas. Sin embargo, les puede la molicie y les duele el pasado: permanecerán inactivos mientras dure el proceso moral contra el líder caído y convertido en inversor andorrano.
Superpaco reniega de los que ofrecen todavía homenajes a la División Azul y recuerda que él nació a pocas manzanas de la Casa Elizalde, blanco de los bombarderos de la Legión Cóndor. Es un azote de La Caixa y de algunos de sus electrones libres, como el secretario de Estado del PP, José Luis Ayllón, o Albert Ribera, de Ciutadans. Europeísta avant la lettre, Sanuy se autodefine hijo intelectual de la Universidad de Torino y del Centro de Estudios Europeos del Instituto Francés. Reniega de la UE de Junker y abomina de Merkel, una mujer que el día en que cayó el muro de Berlín estaba en casa del masajista. Representa una fuente de ideología antagónica a la del prestigioso investigador social Vicenç Navarro, demoledor de la «crosta nacionalista». No duda en dar pábulo al mismísimo general Monzón, quien afirma que Carrero Blanco le facilitó a Felipe González el liderazgo de su partido en el Congreso de Suresnes.
Sanuy es un sabio atrabiliario que se atreve con todo. Así lo demostró con su heterónimo, Col.lectiu JB Boix, en las páginas del Avui. Es un hombre de derechas con piel de socialdemócrata, defensor de estímulos a la demanda. El Singular.cat parece ser su penúltimo refugio y La Magrana, la casa madre de sus libros (La Banca sempre guanya; Informe Sanuy; El capitalisme Cibeles).
Su pluma levanta cortinas de humo que a menudo tapan el origen del fuego. Se acuerda del turismo pero no de Ramon Bagó, el que fue número dos en su Consejería. Aquel director general, conocido con el sobrenombre de Bagó licita a Bagó, fue arte y parte a las órdenes de Sanuy, un amigo in vigilando, sin interés por el detalle.
El caso Pretoria le apunta. La sombra de Prenafeta es alargada: sus comisiones afectan también a Joan Hortalà y a Francesc Martí Jusmet. La espada justiciera amenaza a los jóvenes de otro tiempo que vivieron con la conciencia aplazada.