Pablo Iglesias y la izquierda homófoba
La hipocresía más sangrante y bochornosa de Podemos es la comprensión y cercanía que muestra con las teocracias islámicas, donde la libertad sexual brilla por su ausencia
Si algo sabe hacer la izquierda es engañar a la población, aprovechándose de la ignorancia y el ciego sectarismo que profesa buena parte de sus votantes, para colar como verdades lo que son burdas mentiras.
Una de esas habituales soflamas consiste en abanderar la defensa de ciertos colectivos, como es el caso LGTB, para identificar al oponente político como un enemigo de sus derechos y libertades.
Esta es la razón por la que Pablo Iglesias reveló la semana pasada en televisión una hipotética conversación con un amigo homosexual en la que este le confesaba que “si gana Ayuso me voy a Valencia porque empiezo a notar otra vez que en Madrid hay presión homófoba. Ese es el ambiente que está generando esta gente”.
La artimaña, en este caso, es doble. Por un lado, trasladar el mensaje de un tercero cuya veracidad no se puede demostrar y, por otro, crear un problema que no existe dándole por completo la vuelta a la realidad.
España es uno de los mejores lugares del mundo para ser homosexual debido a la ausencia de leyes discriminatorias, tal y como revela el informe anual sobre Homofobia de Estado que elabora Ilga World, la asociación Internacional LGTB.
De hecho, los países más garantistas y respetuosos con la libertad sexual se concentran, precisamente, en el mundo libre y capitalista que tanto aborrece Podemos. Y España destaca, además, por la gran aceptación social que ostenta la homosexualidad.
Pero lo más curioso es que Madrid se erige desde hace años como una de las grandes capitales gais a nivel internacional, tanto por el éxito y la repercusión que ha cosechado la Fiesta del Orgullo como por la tolerancia y la libertad que se respira en sus calles, hasta el punto de convertirse en uno de los mejores destinos turísticos LGTB del planeta. Y todo ello sin que la izquierda haya gobernado en la Comunidad de Madrid.
Madrid es una de las regiones más gay-friendly, mientras que Iglesias admira a homófobos declarados
Lo que no admite ni admitirá nunca Iglesias es la persecución que han sufrido los homosexuales en los supuestos paraísos que tanto venera el comunismo patrio. Empezando por Cuba, donde la dictadura castrista, con el Che Guevara a la cabeza, creó campos de concentración para corregir esas «conductas impropias».
El propio Fidel Castro, cuya muerte siempre conmemora el líder de Podemos, llegó a afirmar que «una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista».
Cuba no era la excepción, sino la regla bajo la bota de la URSS, donde las relaciones sexuales entre hombres eran un crimen penado con cárcel. Y aún hoy sucede algo similar en países como China o Venezuela, donde organizaciones y activistas denuncian violencia, hostigamiento y discriminación por su orientación sexual.
Aunque la hipocresía más sangrante y bochornosa de Podemos es la comprensión y cercanía que muestra con las teocracias islámicas, donde la libertad sexual brilla por su ausencia.
Destaca especialmente el caso de Irán, un régimen que ahorca a los homosexuales por “principios morales” y cuyo apoyo a Iglesias financiando un programa de televisión fue reconocido y justificado por él mismo con estas palabras: “A los iraníes les interesa que se difunda en América Latina y en España un discurso de izquierdas porque afecta a sus adversarios. ¿Lo aprovechamos o no lo aprovechamos? Para mí quien haga política debe asumir cabalgar contradicciones y nosotros estamos dispuestos a cabalgarlas”.
¿Cuál es pues la realidad? Que el Madrid de Isabel Díaz Ayuso es una de las regiones más gay-friendly del mundo, mientras que Iglesias admira a homófobos declarados e incluso está dispuesto a “aprovecharse” de regímenes que aún hoy persiguen y condenan a muerte a los homosexuales con tal de satisfacer sus intereses políticos.