Otro plazo de Artur Mas

Los horizontes que Artur Mas va proponiendo son muy discontinuos. No es que avancen en zigzag: es que se van estancando en la contradicción.

Por ejemplo: en la entrevista del periódico italiano La Reppublica ha aceptado que, proclamada la independencia en una consulta, Catalunya podría quedarse “fuera de Europa”. Ahí el presidente de la Generalitat coincide plenamente con el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. Entonces habría que concretar un plazo transitorio “porque nos queremos quedar”. En todo caso, se pediría una reincorporación.

Para quienes durante casi dos años han argumentado una y otra vez que Catalunya no puede irse de España y quedarse en la Unión Europea, estas palabras tienen un eco insólito. Ha sido incómodo y fatigoso ir diciendo con antelación, en artículos y debates, lo que ahora acepta el presidente de la Generalitat. Decirlo antes era una suerte de estigma, una afirmación indemostrable, un supuesto inexistente. Ahora, lo asume Artur Mas y parece que no pasa nada.

La versión oficial era la de un proceso imparable. Ahora se habla de una consulta con dos preguntas alquímicas –sin un apoyo claramente mayoritario ni mucho menos masivo– y casi ningún político nacionalista sostiene en privado que habrá consulta, a lo sumo la opción de elecciones autonómicas plebiscitarias.

Solo falta esperar una próxima entrevista de Artur Mas en Le Monde o en la BBC para saber que unas elecciones autonómicas no pueden ser plebiscitarias y que, en tal caso, por el hecho de un sistema electoral con primas de representación por territorio, se entra en contradicción aparatosa con el significado intrínseco de un referéndum. Así se llega a otro plazo.

La tesis de que uno puede separarse de España y no salirse de la Unión Europea fue sostenida por Mas y por sus aliados políticos, por todo el aparato mediático de la Generalitat y por las redes del secesionismo opinante. Respecto a Mas, la pregunta sería: ¿creía de verdad que una Catalunya independiente permanecía en la Europa comunitaria o lo decía para ir agotando otro de sus plazos?

En el primer caso, si lo creía de verdad, lo hizo carente de la información que institucionalmente se le supone y, por tanto, se le podría sospechar incompetencia en la materia. En el segundo caso, si lo sabía, pero afirmaba lo contrario, ¿qué credibilidad le queda? Y cuando formule un siguiente plazo, ¿qué fundamento se le podrá reconocer?

Son las consecuencias del referéndum o sí o sí, del todo o nada, del dar portazos sin saber exactamente adonde se va
. La historia del catalanismo crítico abunda en advertencias sobre los riesgos del tot-o-res. La atribución de tantos plazos fallidos abarca una gama variable que va de la inhabilidad política a la instrumentación populista. Además de contradictorios, los plazos que se da Artur Mas son lo opuesto a acotar desajustes afín de que no se conviertan en antagonismos.