Otegi: muy poco, muy tarde

No condenar su historia de barbarie y no pedir perdón inhabilita el mensaje de Otegi

Por aquí ya hemos pasado. Ya hemos pasado por esa cansina letanía oportunista y manoseada de “sentimos vuestro dolor”, por esa gastada contradicción entre afirmar que “nunca debió haberse producido” y añadir que “a nadie puede satisfacer que se hubiera prolongado tanto en el tiempo”. ¿En qué quedamos, nunca o tanto? ¿Un año, dos años menos, tres, hubiera sido lo adecuado? ¿La mitad del dolor sería aceptable?

No hacía falta analizar con mucha profundidad el mensaje de Otegi del pasado lunes para captar en seguida el cinismo y el oportunismo que desprendía. Por si había dudas, en seguida llegaron las aclaraciones, en boca del propio Otegi, hablando, “alto y claro”, como dijo él mismo, a un grupo de seguidores en Eibar: “Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos”.

Ahí está, y dicho ante los suyos: hacemos lo que haga falta para seguir ahí. Si hace falta repetir con cara seria que sentimos el dolor, lo decimos. Si hace falta aprobar unos Presupuestos para que salgan de la cárcel estos reclusos, los votamos.

Un mensaje insuficiente

Además de estas aclaraciones de Otegi, su mensaje, poco novedoso con respecto a anteriores comunicados, es insuficiente. Muy insuficiente. No hay nada en él que pueda servir para causar tanto destrozo humano, social y político. Esto no es lo que estábamos pidiendo.

Lo que estábamos y estamos pidiendo es que haya una condena clara y explícita de una historia de terror como la que hemos sufrido. Que asuman la responsabilidad que tienen en la persecución totalitaria que llevaron a cabo, y que dejen de una vez las maniobras para disimular u ocultar que su proyecto fue dogmático, excluyente, cargado de odio y de deshumanización para estigmatizar los objetivos pintados en las dianas. Que reconozcan que formaron y estimularon a generaciones de asesinos. Que pidan perdón.

Lo que estábamos y estamos pidiendo es que cesen las macabras humillaciones de aplausos y fiestas a los presos que vuelven a su casa sin arrepentirse, nunca jamás a los arrepentidos. Que se pare ya esta obscena anormalidad democrática. Que se deje de considerar héroes a simples asesinos.

El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi (d), y la candidata a lehendakari, Maddalen Iriarte

Lo que estábamos y estamos pidiendo es que haya menos declaraciones hipócritas y más actos de reparación real: por ejemplo, facilitando que se aclaren los casi 400 asesinatos de ETA que están sin resolver. ¿Qué mejor forma de asumir el dolor ajeno que tomar medidas para paliar, aunque sea levemente, la crueldad que supone esta ignorancia para los familiares?

No, no basta con palabras repetidas tantas veces, con el maquillaje de la realidad. Si Bildu y los herederos de ETA quieren contribuir de verdad a que se regenere la política deben dejar de producir toxicidad sobre todo lo que hacen, sobre todo lo que tocan.

Trabajar por la regeneración

Es otra nueva representación, y ya ha habido muchas como esta. Es otra nueva impostura que manipula de nuevo conceptos tan serios como el del dolor y que sigue sin atreverse a decir la palabra perdón.

Estos arrepentimientos que no se arrepienten son puras campañas de marketing político, y así tenemos que decirlo; para no seguir aceptando el engaño de ETA y de su entorno político, que es todo uno.

Por eso tenemos que hablar y escribir contra todo lo que ha permitido que funcione esta fábrica de odio y de impunidad: para que los responsables del horror lo afronten y lo asuman. Para que sea más fácil la regeneración y la normalización plena en el País Vasco.