Otegi como síntoma y símbolo de la enfermedad catalana
Cuando un nacionalista vasco habla de acercar presos en realidad habla de abrir la puerta de la cárcel, cuando un nacionalista catalán habla de 'dret de decidir' habla de independencia.
Semanas después del atentado de Hipercor en Barcelona Herri Batasuna, el partido de Arnaldo Otegi, conseguía entre la estupefacción de muchos y, al parecer, la algarabía de otros decenas de miles de votos en Cataluña con motivo de las elecciones europeas de 1987.
El nacional-independentismo catalán siempre ha tenido la tentación en Cataluña de aplaudir a ETA. En voz baja, fuera de foco, en los años de plomo decían: “los vascos consiguen más cosas porque nosotros no matamos a gente”. En público se imponía el cinismo y hablaban de: “la vía pacifica e integradora del nacionalismo catalán”.
La aparición de Otegi, al estilo del Presidente de los EE.UU en el rosal de la Casa Blanca pero en Aiete (San Sebastián) para hablar en nombre de ETA y lamentar las consecuencias de lo que parece un accidente fortuito como cuando alguien resbala en un paso de cebra tras un poco de lluvia y se rompe la cadera, es un realidad un desmentido en toda regla al independentismo catalán que durante años ha negado que Otegi fuera miembro de ETA y mantenían en TV3, Catalunya Radio y donde les escucharan que la condena de Otegi era un atropello del Estado.
Su alocución de la mañana del lunes estilo institucional hablando de las consecuencias del terrorismo como si fuera un tema de protección civil y su mitin por la tarde hablando a sus militantes de sus verdaderas intenciones: la liberación de más de 200 asesinos, extorsionadores y secuestradores a los que considera “de los suyos”, pone de manifiesto que las condenas judiciales por pertenecer a ETA político-militar, secuestrar a Rupérez o al padre de la Constitución Gabriel Cisneros no eran un atropello judicial, ni una venganza como diría Pedro Sánchez, solo que ahora que se reescribe la historia de ETA y parece que haya dejado de matar como acto de piedad o decisión propia, no por la acción de la justicia o el estado de derecho.
Otegi no solo quiere la liberación de criminales en serie sino reescribir la historia y que haber pertenecido a ETA no esté rebozado de sangre y sufrimiento sino de épica. Y lo peor es que lo puede conseguir con el apoyo del independentismo catalán… Y del Gobierno de España.
La condescendencia del nacionalismo catalán con ETA no acabó en las elecciones europeas de 1987, Carod Rovira como Conseller en Cap de Pasqual Maragall avaló el terrorismo de ETA cuando se fue a Perpiñán a reunirse con los terroristas no para exigirles que dejarán de matar sino que lo hicieran fuera de Cataluña. Carod demostró ese día que era peor persona que político (lo cual es difícil en su caso) pero además con su acción avaló la estrategia etarra de asesinar para conseguir fines políticos. Maragall no tuvo más remedio que cesarlo cuando ABC publicó la noticia.
En los últimos años Otegi ha sido recibido y homenajeado constantemente en Cataluña como referencia y héroe político. Forcadell como presidenta del Parlament y todos los líderes políticos separatistas con Tardà a la cabeza han presentado a Otegi como ¡hombre de paz¡ y ejemplo a seguir. ¡En las elecciones europeas de 2019 Junts y ERC se pelearon por ir en coalición con la organización Bildu etarra! ERC se llevo el gato al agua y el PNV se quito de en medio y no quiso saber nada de la deriva radical de Junts con el que venía concurriendo a las elecciones europeas desde 1987.
Este fin de semana Oriol Junqueras, que dice que ama mucho a España, se desplaza al País Vasco, escoltado por la policía -la misma policía que él afirma que es franquista y represora-, para participar en una manifestación que pide el acercamiento de los presos etarras a las prisiones del País Vasco. Ahí coincidirá con la CUP, Junts y todo el mundo batasuno. Lo del acercamiento de los presos es un eufemismo, como lo del dret a decidir. Cuando un nacionalista vasco habla de acercar presos en realidad habla de abrir la puerta de la cárcel, cuando un nacionalista catalán habla de dret de decidir habla de independencia.
La fascinación que el poder político catalán siente por Otegi, la complicidad con la que una parte considerabilísima de la sociedad catalana ve al líder terrorista es la constatación de que Cataluña no está en caída libre, como ahora se ha puesto de moda decir, es que está en el fondo de la ciénaga y el barro no la dejará salir jamás del fondo del pozo.
Viajar al País Vasco para manifestarse a favor de beneficiar a asesinos, entre ellos de los 54 catalanes muertos, que a diferencia de lo que piensa Carod no son mejores ni peores que el resto de víctimas de ETA, muestra una vez más la verdadera y negra faz del nacionalismo catalán.
Cataluña saldrá del pozo del barro de la mezquindad el día que tenga una clase dirigente que viaje al País Vasco no a hacer de palmeros de terroristas sino cuando desde el gabinete de prensa de la Generalitat se mande una agenda que incluya reuniones con Iberdrola, Eroski, Petronor, Alvean Sugary Mercedes-Benz Vitoria que son las cinco primeras empresas por facturación y empleo del País Vasco. Pero eso, lamentablemente, no va a suceder.