Oscuros intereses en el cierre de una firma de embutidos

Catalunya se queda huérfana de su más prestigiosa marca de salchichón de Vic. Pau Arboix, titular de Casa Sendra, anunció que esta firma cesa sus actividades, tras casi un decenio de pleitos con la Administración catalana. Su tienda de Vic, en la céntrica calle de Verdaguer, se asemeja a un establecimiento de alta joyería. Echará la persiana definitivamente cuando se agoten las existencias.

Sendra viene produce “fuet” de Vic desde hace más de siglo y medio siglo. Para ello utiliza sólo tres ingredientes: carne de cerdo, sal y pimienta. Así fue siempre. Pero un mal día, la Generalitat tuvo la idea de alumbrar la Indicación Geográfica Protegida, una especie de denominación de origen, en la que se engloba a todos los productores del ramo, con independencia de la bondad y excelencia de sus artículos.

Semejante decisión suponía para Sendra verse incluida en un batiburrillo de fabricantes, algunos de ellos de calidad discutible. Desde mucho antes, Sendra etiquetaba sus preparados con el distintivo “Longaniza de Vic”. En pleno éxito, registró el emblema “VVVVV” o cinco uves, llamado a enaltecer el “fuet” de Vic.

Los embutidos de la marca llegaron a alcanzar la categoría de “delicatessen”. La prensa inglesa los calificó de “Rolls Royce” de la especialidad. Hoy se pueden encontrar en las más reputadas charcuterías de Gran Bretaña y de otros países occidentales.

La Generalitat se lanzó en tromba contra la “rebelde” Sendra y la crujió a denuncias. Los pleitos han durado más de diez años. La demandada ganó en varias instancias, pero el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya acaba de dictar su inapelable sentencia condenatoria.

En Vic, la clausura de Sendra ha caído como una bomba, pues se cuentan con los dedos de una mano, y aún sobran, las empresas que pasean el nombre de la ciudad por el ancho mundo. En la comarca ausetana se comenta que una potente industria cárnica de la zona se movió entre las bambalinas para forzar el desenlace contrario a su rival.

Tal vez sea simple casualidad, pero ocurre que la industria de marras está entroncada por vínculos de parentesco con una de las familias más influyentes de la política catalana.