Oriol Pujol y sus frágiles alas doradas

A finales de 2010, Oriol Pujol Ferrusola se enfadó mucho conmigo. Economía Digital estaba presentándose ante la sociedad como un medio de comunicación económico alternativo. Su cabreo nacía de que acabábamos de desvelar que él estaba en la trastienda de una operación política para sustituir a Juan Rosell de la presidencia de Foment del Treball a favor de un empresario nacionalista.

La iniciativa que dimos a conocer entonces surgió de una reunión en la que participaron los Pujol, padre e hijo, y los Sumarroca, también en sus dos generaciones. Al cabo de poco, Joaquín Boixareu anunciaba que sería la alternativa a Rosell. Boixareu se dio un tortazo electoral mayúsculo y la consecuencia de aquello fue que la mayoría de los que le acompañaban en aquel viaje quedaron relegados en la patronal catalana. Antoni Marsal incluido, con su propensión a tomar fondos de la caja de la UPM descubierta más tarde y ahora en vías judiciales.

En el barrio de Poble Nou, a la salida de un homenaje al fallecido y recordado sindicalista de CCOO Simón Rosado, Pujol Ferrusola me abordó con su altivez habitual y me espetó: “Siempre me metes en líos”. Sic.

Hoy, casi tres años después, tengo la autoestima por los suelos. He descubierto que no soy tan importante en los “líos” del heredero político de los Pujol. Al contrario: su capacidad para meterse en la boca del lobo parece ser una especie de aptitud congénita. Ésa y otras habilidades que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya deberá determinar si son suficientes para considerarle imputado en algunos de los intentos de supuestas fechorías que emanan del sumario del Caso ITV.

Pero ahora, incluso cuando el político es ya un esperpéntico retrato de sí mismo, su vocación de generar desencuentros, protegerse con la bandera (aquí me rindo a los cromosomas) y complicar la defensa de los intereses que dice liderar es ya una especie de DNI político que le acompaña en cada actuación.

A Oriol Pujol siempre le ha interesado el mundo empresarial y, sobre todo, el de las patronales. También intentó alguna operación sobre la cúpula de Pimec, a la que en su día consideraba que debía actuar como una herramienta más del partido que dirige. Le llegó a parecer demasiado independiente.

Nuestro compañero Manel Manchón ha desvelado esta semana que la locuacidad de Pujol Ferrusola ha vuelto a jugarle una mala pasada. En una de sus últimas comparecencias ante los medios, el secretario general de CDC dio a entender que habían boicoteado el acto empresarial del 14 de febrero pasado al entender que en él se estaba construyendo un discurso político alternativo. Curioso, cuando menos.

Y lo consiguió. El mundo empresarial barcelonés acabó dividido: Miquel Valls (Cambra de Comerç), Josep González (Pimec) y Josep Piqué (Cercle d’Economia) dejaron sólo a Joaquín Gay de Montellà en aquella convocatoria empresarial.

Puede que existieran errores organizativos, personalismos u otros atenuantes. Seguro. Lo cierto es que al final los empresarios de Foment se reunieron en solitario para reivindicar el empresariado, sus necesidades e inquietudes en estos tiempos de crisis. Pujol Ferrusola conjuró el hipotético peligro de que alguien allí, colegiadamente, volviera a insistir en la necesidad de negociar un pacto fiscal con Madrid y sus delirios independentistas quedaran enterrados en la fuerza de la razón y el pragmatismo empresarial.

Con su actuación, Pujol Ferrusola, político amortizado a decir incluso de algún miembro de su familia y de varios compañeros de partido, ha infringido un daño quizá irreparable a la unidad del empresariado catalán. La política, otra vez, ha dado al traste con la recomposición de un mapa patronal atomizado, caro e ineficiente en su actual formulación.

Ésa, además, no es la única consecuencia de su actuación y de sus palabras posteriores: el empresariado catalán está aún más dividido que el conjunto de la sociedad entre los serviles y los independientes; entre los que tienen ideario propio y los que lo tienen alquilado; rasgado peligrosamente entre aquellos que miran al futuro de sus empresas y quienes siguen viendo en la administración pública mucho más que un cliente potencial.

Decía William Shakespeare que quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro las acaba fundiendo. Y Oriol Pujol Ferrusola ha acabado licuando su heredada y dorada coraza política.

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TRATAMIENTO SEMANAL DE CHOQUE:

Supositorio matinal >> Para el President Mas. Mantiene en su consejo asesor sobre el sistema sanitario a Josep Prat, un hombre sobre el que pesan todas las sospechas sobre prácticas irregulares en el entorno de la sanidad catalana. Mientras el jefe del Ejecutivo catalán intenta buscar la complicidad de jueces y fiscales sobre la figura del imputado y su responsabilidad política, a su alrededor la corrupción sistémica sigue instalada sin que se le conozca ninguna actuación ejemplarizante. A no ser que Mas entienda que al no convocar el citado consejo ya está tapando el asunto.

Supositorio nocturno >> A Josep Antoni Duran Lleida. La Audiencia ha enviado a Fidel Pallerols y a otros condenados de su partido a prisión. El caso de los malos usos de fondos públicos de formación se ha sustanciado con esas penas y no con el pacto que el partido y sus abogados intentaron con la Fiscalía. Los jueces le han dado una patada a la corrupción política en el culo de Duran. Pero él sigue ahí, cómodo, inalterable, mirando como los cabezas de turco pasan por delante de su ventana. Ese pasivo político le pesará, y mucho, el día que decida divorciarse de Convergència. Y quizá, para entonces, no le queden activos.

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