Oriol Junqueras, presidente de la Generalitat; Ada Colau, alcaldesa de Barcelona

No. No es una petición, claro. Ni una propuesta. Pese al respeto que me merecen tanto el líder de ERC que está sabiendo llevar a su partido hacia la hegemonía política en Catalunya como Ada Colau que ha liderado y puesto en el mapa social un movimiento como el de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) y ahora una convocatoria como la de Guanyem Barcelona, ambos no son, como dirían los ingleses, my cup of tea.

Pero es un escenario posible y el tiempo dirá si probable, aunque a muchos les suene hoy a broma. La plataforma Guanyem Barcelona, que fue presentada recientemente por la propia Colau, Joan Subirats y Jaume Asens, ha recabado ya el apoyo de un buen número de entidades sociales, formaciones políticas, así como de cuadros del municipalismo de la etapa en que Maragall fue alcalde de Barcelona. Si de aquí al otoño reúnen 15.000 firmas de adhesión a su propuesta formalizarán seguramente su candidatura. Y ya les avanzó que cuentan con bastantes posibilidades.

 
La irrupción de estos nuevos nombres es la más clara constatación de la crisis de representación política que viven las instituciones actuales

Sobre la chance que Oriol Junqueras tiene para presidir la Generalitat tras las próximas elecciones, hay poco que añadir. Sondeo tras sondeo, lo haga quien lo haga, se confirma el avance electoral que está protagonizando ERC. El barómetro de junio de El Periódico dibujaba hace unos días este abigarrado y extraño parlamento autonómico de celebrarse en este momento elecciones: ERC, 39 escaños; CiU, 29-30; C’s, 16-17; PP, 13; PSC, 11-12; ICV, 10-11; Podemos, 9-10 y las CUP, 6. No un sorpasso, sino varios y de qué magnitud.

Si saliera así, probablemente nunca habría habido tantas siglas en la Cámara catalana y quizás nunca haya habido mayor confusión en la política. El fenómeno además no será exclusivo del parlamento autonómico y se reproducirá con toda seguridad, aún con una mayor proliferación de formaciones políticas, en las elecciones generales que deben elegir unas nuevas Cortes cuando éstas se convoquen, si las cosas siguen así.

Ada Colau, Pablo Iglesias, en su momento Albert Rivera… personajes ajenos al establishment político que aterrizan de pronto en la arena política con un éxito sin parangón. Ya no es la extravagancia que supuso en su momento la elección de Ruiz Mateos para el Parlamento europeo o las conquistas municipales de Jesús Gil y Gil. No. La irrupción de estos nuevos nombres es la más clara constatación de la crisis de representación política que viven las instituciones actuales.

De algún modo, una cierta berlusconización de la política española. Cuando los partidos tradicionales son incapaces de renovarse y ofrecer respuestas creíbles a los ciudadanos, la aparición de nuevos dirigentes, de personas capaces de ofrecer voz a sectores y generaciones marginados por la oligarquía política dominante, es una consecuencia inevitable. Lo acaba de decir Miquel Iceta en una entrevista de Manel Manchón: “Si no reaccionamos, Podemos está para quedarse”. Y por qué no hasta para borrarles del mapa.

No. No es broma. Junqueras puede ser el próximo presidente de la Generalitat y Ada Colau la alcaldesa de la capital catalana. Hoy por hoy, su discurso, nos guste o no, resulta más fresco, renovador y político que las palabras viejas, repetidas y previsibles de los dirigentes que nos gobiernan o lo han hecho hasta hace poco.