Orden
Las propuestas de los partidos políticos actuales representan reivindicaciones del pasado, restos del naufragio ideológico en el que se encuentran
Hay gurús para todo. Ahora va y resulta que también existe un sumo sacerdote del orden, de la organización doméstica como orientación vital; bueno, más bien suma sacerdotisa. Se llama Marie Kondo, es japonesa y propugna en su libro La magia del orden un método basado en poner las cosas en su sitio. Es ya su cuarta obra sobre el mismo tema, lo que indica que esto del orden da para mucho. Para tanto, como que lleva vendidas más de cuatro millones de copias en treinta y tres países y su autora figura entre las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time en el año 2015.
Orden, orden
Su método, mixtura de un poco de filosofía oriental, socorrido feng shui y el incomprensible coaching inspiracional, se denomina Método KonMari, que es el inicio de su nombre y apellido, pero puesto al revés. En fin, que ordenado, pero de otra manera; un poco de desorden sí, pero dentro de un orden. En su página se la nomina como experta organizadora de fama mundial y anima a sus clientes “a ordenar su hogar haciendo algunos cambios” y “los inspira para alcanzar la felicidad”.
La premisa fundamental del método: “Quédate solo lo que te haga feliz”. La verdad es que, si nos lo proponemos, podemos encontrar la felicidad casi en cualquier cosa o lugar.
Pero fuera ya de estos papanatismos foráneos, que asumimos como verdades supremas sin apenas considerar que son perogrulladas soportadas en una página web, lo cierto es que se vuelve a reivindicar el orden. Y la actual campaña electoral así parece reflejarlo.
Es posible que ese regreso al orden de los partidos no sea más que la nostalgia de un mundo que ya no existe
Volver a lo propio
Cualquiera de las opciones políticas en liza que se van a confrontar el próximo 28 de abril así lo atestigua: el PP vuelve a sus principios, sin aclarar cuáles sean; el PSOE reivindica su lugar como verdadero tarro de las esencias en las conquistas sociales; Ciudadanos desempolva el liberalismo como alternativa a la derecha más rancia y antigua; Unidas Podemos se erige como el abanderado y garante de la Constitución, … Lampedusa revisado y contrariado: que nada cambie para que todo cambie. Hasta los eslóganes de campaña vuelven a supuestos orígenes: ¡Vamos!, ¡Haz que pase! o ¡Valor seguro! Una, dos o tres palabras, no hacen falta más, porque el orden es eso, sencillez. Solo el lema de Unidas Podemos hace uso de más de tres vocablos: “La historia la escribes tú”, así sin una mísera coma que separe dos contenidos muy distintos. Vuelta también a lo seminal: tú o él, vuelve (incorporado en su momento en aquel abandonado eslogan). ¡Manía con los pronombres!
Agora Galiza
Capítulo aparte lo merece el lema del BNG, “Agora Galiza”. También sin la pertinente coma, reflejo del abandono gramatical en el que se encuentran nuestros políticos. Y también insta y zarandea al posible votante, le recuerda su ignorancia y aboga más por el pasado que por el futuro; es sí, además de ofrecerle un regreso a lo básico. Las cosas, en su sitio.
Después de los años del desorden, resulta obligado volver a lo primario, al fundamento, a lo que nos hizo ser lo que somos. ¡Hasta hay algún partido político que reivindica la reconquista! Si, pero nuestro mundo de hoy, el de verdad y no aquel en el habitan los políticos, ya no es lo que era. Reivindicando a Paul Valéry, “el problema de nuestros tiempos es que el futuro ya no es lo que solía ser”. Internet y los mundos virtuales han cambiado nuestra vida de manera radical y es posible que ese regreso al orden no sea más que una nostalgia de un mundo que ya no existe. Aquel en el que nos sentíamos tranquilos y cobijados porque todo acontecía con previsible cadencia. Pues ya no.
Por más que nos avisan sobre una posible recesión en ciernes, sobre el futuro, poco o nada se habla
W. B. Yeats, poeta contemporáneo de Valery, lo enunció incluso de manera más contundente con una poética clarividencia: “Todo ha cambiado, cambió por completo; la belleza terrible ha nacido”.
Quizás por todo ello más de un cuarenta por ciento del electorado posible no haya decidido todavía su voto (Tezanos dixit). Las propuestas de los partidos políticos actuales, al menos los mayoritarios, representan reivindicaciones del pasado, restos del naufragio ideológico en el que se encuentran y hurtan propuestas efectivas ante los retos del futuro. Por más que avisan otros gurús mucho más sustanciales que Marie Kondo sobre una posible recesión en ciernes y síntomas los hay cada vez más claros, sobre el futuro, poco o nada se habla. Y como estamos de citas, coincidimos con el actualmente denostado Woody Allen cuando éste asevera que “me interesa el futuro, porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”.