Oposición, furor y frío
El problema estratégico de la legislatura lo tiene Pablo Casado, toda vez que Pedro Sánchez seguirá cabalgando mientras sus socios no se cansen de aguantar
También podría haberse titulado esta modesta contribución al análisis del papel de la derecha española en los próximos tiempos mediante una famosa cita de Shakespeare y otra no menos conocida de Cervantes. “Ruido y furia” y “ladran, luego cabalgamos”, respectivamente. Quien cabalga es Pedro Sánchez, y no es la oposición sino sus apoyos quienes detentan la capacidad de descabalgarle.
Cuenta Proust, en realidad su mentor intelectual en la “Rechereche”, el barón de Charlus, que ciertos males son en realidad un bien ya que impiden que aflore un mal mayor. Para demostrarlo expone dos curiosos ejemplos, uno espiritual y el otro corporal, que tal vez interesen al lector.
El primero es el de un hombre de extrema sagacidad que creía, literalmente, tener a la princesa de China encerrada en un botella. Tras el correspondiente tratamiento a cargo de doctos especialistas, cayó en la cuenta de su error y se dio por vencido, pero perdió la chispa y se volvió tonto.
El otro, más severo, se refiere a cierto caballero que apenas comía porqué su estómago no toleraba casi nada y padecía de lo lindo ante cualquier atisbo de exceso. Tras ser sometido a examen médico superó sus ‘manías’ y comió con abundancia sin problemas. Pero murió a los cuarenta años, víctima de unos riñones que hubieran durado el doble si él hubiera seguido comiendo poco y sufriendo del aparato digestivo.
De modo parecido ven no pocos españoles, no como un bien en sí sino como un mal menor, el gobierno de Sánchez. Un mal tolerable por comparación con el mal mayor que consistiría, no en la alternancia y la vuelta del PP al poder, sino en la entronización de Vox como partido que marcara el rumbo de la política hispana.
Lo que está demostrando Sánchez es su capacidad de domesticar –volver doméstica— a la peligrosa fiera de Unidas Podemos. Pablo Iglesias y sus huestes, ya desplumadas de su peligrosa capacidad de transformación del sistema, han optado por pasar de apocalípticos a integrados. Literalmente, de acampados a ministros. La revolución, oculta sin empacho en el trastero.
No hay que llamarse a engaño: el espacio que aupó a Rivera en sus mejores días sigue existiendo
Mientras los sondeos les den aire y no vean peligrar su trozo de pastel, los de Podemos seguirán apostando por la estabilidad, o sea, ocultando sus rencillas con el socio mayor y jefe, tragando sapos y sacando brillo a las escasas concesiones obtenidas para poderlas exhibir más relucientes.
Mientras Oriol Junqueras no se canse de aguantar, y parece dispuesto a combinar un discurso de dureza mineral con flexibilidad sobre el terreno, Sánchez cabalgará. Por lo tanto, el problema estratégico lo tiene la oposición. Concretamente, un joven político llamado Pablo Casado.
La anunciada desaparición de Ciudadanos, cualificado en su día como depósito provisional de votos populares en España y de votos socialistas en Cataluña, supone una oportunidad para el PP. La lástima para los populares es que no estén en disposición de aprovecharla.
Son pocos votantes, los que le quedan a Ciudadanos, claro. Pero no hay que llamarse a engaño. El espacio que aupó a Albert Rivera en sus mejores días sigue existiendo. Los que vieron en aquel partido, si es permisible hablar de él en pasado, un rayo de esperanza regenerador quedaron luego desahuciados. Pero ahí están, moderados, partidarios de cierta claridad, un poco de honradez y algo de fiabilidad.
La famosa frase de Casado sobre la libertad en la enseñanza, o sea contra la obligatoriedad curricular, le acerca peligrosamente a Vox por lo que tiene de ‘rebelión’ contra uno de los pilares que cohesionan cualquier sociedad bajo la tutela del estado. En Francia, país líder en someter a sus vástagos al mismo molde conceptual, algo así sería impensable.
Hay más. Parece ser que, en cierto modo, el PP se especializa en algo a fin de diferenciarse de Vox ante los ojos de los electores. Como ya sabe que en el tema catalán lo más que puede hacer es empatar con su extremo competidor por la derecha, se dispone a cargar contra la pata más débil del gobierno, que es Podemos.
Algo es algo. Desgastar a Sánchez por sus ministros del área económica va a resultar difícil y tal vez contraproducente. A poco que la coyuntura internacional no sea desastrosa, el crecimiento va a ser regular.
Más le valdría al PP centrarse, incrementar simpatías por el centro y desmarcarse de Vox
Sin embargo, los ataques a Iglesias se producen en una onda poco expansiva y asimismo digna de Vox. Que si van contra el Rey. Que si el modelo cubano. Siempre en el plano abstracto, el de los valores, con intención de patrimonializar lo que se supone que debería ser compartido, o sea la Constitución.
La tensión, el furor, la alarma permanente, la denuncia ante los tribunales de las decisiones gubernamentales van a dar un escaso resultado al PP. Cuánto más avise de que viene el lobo, de que ahí está, de que se come a España desde La Moncloa, sin que ello sea objetivamente cierto, menos subirá en las encuestas.
Si el gobierno cae, no será por obra de la oposición sino de sus apoyos. Por lo que en vez de hostigarlo como si fuera a desencadenar el fin del mundo, más le valdría al PP centrarse, incrementar simpatías por el centro, desmarcarse de Vox y recoger el beneficio de la duda para mejorar resultados, o tal vez ganar, cuando esto suceda, tarde o temprano, lo cual responde a una sensata e implacable ley de vida.