Operación Tarradellas: no fue Suárez, fue el PSC
El retorno del presidente Tarradellas y la recuperación de la Generalitat fue real tras la victoria de los socialistas en las elecciones de 1977
La operación Tarradellas ha cobrado en las últimas semanas un gran protagonismo. El presidente Carles Puigdemont aseguró en su conferencia en Madrid que era necesario poner en marcha una operación de estado, como ocurrió entonces, para lograr una salida al problema catalán. Eran otros tiempos, y entonces lo que estaba en juego era cómo pasar de una dictadura a una democracia, y cómo otorgar a Cataluña la autonomía arrebatada con el régimen franquista.
El catalanismo destaca siempre una cuestión que, efectivamente, es capital, aunque presenta algunos matices. El Gobierno de Adolfo Suárez protagonizó, con la operación Tarradellas, el único elemento que conectaba con la República, y que enlazaba con las instituciones anteriores a la dictadura. Cataluña recuperó su institución de autogobierno, la Generalitat, y llegó como presidente de la Generalitat el mismo que había sido elegido en el exilio, y que, con su tenacidad, había mantenido, aunque fuera simbólicamente, el cargo: Josep Tarradellas.
Puigdemont aseguró en su conferencia en Madrid que era necesario poner en marcha una operación de estado para dar una salida al problema catalán
También es verdad que el Gobierno español reconoció la Generalitat, pero la Generalitat “provisional”, y que cuando realmente se reconoce la institución y la autonomía es con la aprobación de la Constitución de 1978. Pero políticamente tiene todo el valor, un valor enorme que Suárez reconociera a Tarradellas, en una operación compleja y difícil.
Posteriormente, el relato se interpretó. Y el catalanismo, en su conjunto, consideró que el Gobierno español, el centro-derecha de la UCD de Adolfo Suárez, había recuperado a un veterano político de la República para frenar a las izquierdas y al nacionalismo incipiente en Cataluña. Es decir, que se interpretó como una cierta derrota, como una renuncia a lo que pudo haber sido y no fue.
Pero las cosas no fueron exactamente así, aunque todo depende de los relatos posteriores. Es la vida. Un colaborador tan estrecho de Tarradellas como Josep Maria Bricall, que formó parte de su gobierno unitario, exrector de la Universidad de Barcelona, lo explicó en Memoria de un silencio. Las victorias en Cataluña se acostumbran a tergiversar, y se acaba aceptando que fueron derrotas, viene a decir.
El catalanismo consideró que el Gobierno español había recuperado a un veterano político de la República para frenar a las izquierdas y al nacionalismo incipiente en Cataluña
También lo explica Raimon Obiols, en su libro de memorias. Resulta que sí, que Suárez había explorado ese camino, con la visita a Tarradellas en Saint Martin le Beau del coronel Andrés Cassinello como miembro de los servicios de información del Estado Mayor. Fue el 26 de noviembre de 1976, Pero el informe Cassinello y “metafóricamente el personaje Tarradellas” se quedaron guardados en un cajón de la Moncloa durante diciembre de 1976 y todos los meses posteriores –era una eternidad teniendo en cuenta la actividad febril de aquellos momentos– hasta junio de 1977.
Como explica Obiols, citando a Sánchez-Terán, la operación Tarradellas se pone en marcha a partir de los resultados de las elecciones de 1977 en Cataluña, con la victoria “inesperada”, porque no pasó lo mismo en el resto de España, de los socialistas catalanes, muy por delante de la UCD. Y es que la carta Tarradellas era la carta de Joan Reventós, el líder de los socialistas, que tenía como bandera la recuperación de la Generalitat –no un sucedáneo como ofrecía Suárez– y el retorno, con la institución, de Josep Tarradellas.
La operación Tarradellas se pone en marcha a partir de los resultados de las elecciones de 1977 en Cataluña
Fue una victoria de las izquierdas catalanas, que pedían esos objetivos en sus programas electorales. No todas. La izquierda que representaban los socialistas, y ERC. No apoyaba esa opción ni el PSUC ni el nacionalismo que representaba Jordi Pujol.
Se pueden hacer otras lecturas. Pero quedan las memorias de Sánchez-Terán, en La transición, síntesis y claves: “Parece claro que el Gobierno hubiera deseado negociar con Carlos Sentís o con Jordi Pujol, pero resultaba evidente, y destacada, la ventaja electoral del PSC e ineludible, por tanto, la adjudicación de un liderazgo a Reventós. En este momento, y ante la alternativa Reventós o Tarradellas, es cuando en la presidencia del Gobierno comienzan a considerarse con seriedad las posibilidades de retorno del exiliado presidente”, que era, precisamente, la opción del propio Reventós.
Luego pasaron otras muchas cosas. Pero ese elemento rupturista en la transición, de tanto valor ahora, se produjo porque algunos, –no todos– como los socialistas catalanes apostaron por ello.