Operación Kitchenette

El Parlament, como todo en Cataluña, no está libre de masovers allí enquistados, a veces hondamente emparentados con la crosta que lleva cuatro décadas gobernando Cataluña con muy poquita alternancia, vamos, la justa para que el 3 per cent quedara siempre en familia

Cada vez que alguien insiste en presentarme como alguien que ha “dejado el periodismo por la política”, yo intento ponerle claro que:

  1. Nadie que tenga un oficio de verdad lo deja. Nunca.
  2. Cuando tus circunstancias cambian, sigues ejerciendo tu oficio de otra manera.
  3. De todas las circunstancias que pueden llevar a un periodista a ejercer su oficio de otra manera, ninguna tan extraordinaria como la política, en los tiempos que corren: ¡puedes decir en voz alta desde el atril del Parlament lo que no te publicarían, o no siempre, en ningún periódico!

A mí me ha pasado más de una vez, y sospecho que me pasará más de veinte, treinta o cien, porque en la práctica salimos a Watergate diario. Cuando no salta un motivo de escándalo por aquí, lo hace por allá.

Echemos sólo un breve vistazo a lo más reciente. ¿Han visto con qué fascinante aplomo la portavoz de ERC en el Parlament, Marta Vilalta, pretende que nadie de su partido se había enterado de que estábamos pagando a no sé cuántos empleados de la institución por NO ir a trabajar, y que esta especie de original plan antijubilación nos ha venido costando unos 1,7 millones al año?        

No sé si se lo había comentado ya, pero si no, ahora es buen momento: el Parlament se da un aire de masia de toda la vida, en el Parlament trabajan ujieres, camareros, limpiadoras y un conjunto de funcionarios excelentes, que nos facilitan el trabajo y la vida, pero como todo en Cataluña, no está libre de masovers allí enquistados, a veces hondamente emparentados con la crosta (aquí no decimos caspa) que lleva cuatro décadas gobernando Cataluña con muy poquita alternancia, vamos, la justa para que el 3 per cent quedara siempre en familia.

O en familias. Porque si algo llama la atención de esta especie de Operación Kitchenette que algunos ven en la reciente purga de la policía catalana, es la fascinante diligencia de las cúpula del PSC y la de ERC para blanquearse mutuamente…Como si la corrupción fueran siempre los “otros”…¿Pero no se acuerdan de que el primer “pres polític” catalán en democracia fue Josep Maria Sala, antiguo secretario de Organización del PSC, y que lo fue por financiación ilegal del partido? 

La presidenta del Parlament de Cataluña, Laura Borràs, presidió esta mañana la reunión de la Mesa del Parlament y de la Junta de Portavoces. EFE

Todo el mundo tiene derecho a la presunción de inocencia  mientras no se pruebe lo contrario. Eso no se discute. Pero incluso en el ínterin, conviene cuidar las formas. No queda nada bien, qué quieren que les diga, que el PSC felicite a la alcaldesa de L’Hospitalet, Nuria Marín, por su “brillante” gestión de las acusaciones de corrupción contra ella. ¿Cómo va a ser “brillante” la gestión de una cosa así? Puede ser honesta o deshonesta. Pero…¿brillante? ¿En qué sentido? ¿En el de saber sacudirse las pulgas con estilo? ¿En el de presumir de que a raíz de este caso “no se ha cesado a ningún mando policial” de L’Hospitalet, cuando todo el mundo sabe que eso lo investiga la UDEF?

Como ese otro mantra, ese otro espejismo, de que ERC no tiene “ni un solo caso” de corrupción. Oigan, pues las sabrosas escuchas telefónicas de la Operación Volhov sugieren lo contrario.

Por no hablar de asuntos incluso más feos, como la terca negativa del gobierno Aragonès a investigar lo sucedido en las residencias de gente mayor durante la pandemia. Con el apoyo encendido e incomprensible del PSC, que en este tema cerró filas con el Govern más y mejor que la mismísima CUP. Hasta los antisistema piensan que aquello huele mal, muy mal.

Hasta Núria Terribas, directora de la Fundación Grífols y hermanísima de la superperiodista del régimen Mònica Terribas. Hasta el filósofo Xavier Antich, hermanísimo a su vez de Pepe Antich, esa especie de versión catalana de un cruce del Ciudadano Kane y de Jesús Gil que ha intentado, de momento sin éxito, presidir la CCMA o dirigir TV3, y que por ahora se conforma pues eso, con colocar al hermano que ha estudiado al frente de Òmnium, en sustitución de Jordi Cuixart. 

Si es que, a este paso, en Cataluña a los procesistas les van a empezar a salir los hijos con cola de cerdo, como al final de Cien años de soledad, cuando la familia Buendía se ha pasado de frenada y de endogamia. Recién se sabe que incluso el comité de “sabios” creado para estudiar la gestión catalana de la pandemia, comité del que formaban parte todos estos hermanísimos, ha tenido que ser disuelto, y sus informes arrojados a un contenedor, porque, fíjate tú, eran informes algo…críticos. Si esta gente lo vio mal, cómo lo verían quienes no tengan a toda la familia colocada por la Generalitat…

      En fin. Que no nos digan luego que no estábamos avisados: la corrupción, la mala gestión y el compadreo a toda costa están llegando en Cataluña a tales extremos que las redes clientelares no dejan ver el sol. Estamos en manos del lobby más radical y desacomplejado de todos los tiempos. Ay cómo salga un día un Villarejo catalán. ¿Te imaginas si fuese Trapero?