Oigan, en Cataluña nadie es de derechas
Sí, ya sabemos que hay poderosas razones históricas, que las dictaduras no se acaban estrictamente a la muerte de los dictadores, y que la evolución sociológica de los países es lenta. Ocurrió en Alemania, donde sólo las jóvenes generaciones nacidas a finales de los setenta comenzaron a actuar con sólidos valores democráticos. Lo explicó muy bien el profesor Ronald Inglehart, que recomendamos desde aquí, quien constató el auge de los valores postmaterialistas en las sociedades occidentales avanzadas.
Pero lo que ocurre en Cataluña es ya una anomalía. Se quiso romper con ese pasado, pero en las democracias la contribución de la derecha también ha sido importante, junto con los partidos de izquierda y socialcristianos.
El independentismo se ha querido asociar al progresismo para lograr un apoyo mayoritario. Hasta tal punto que Artur Mas ha logrado que la candidatura que ha promocionado, junto con Oriol Junqueras, la lidere ahora Raül Romeva, quien, a pesar de tener unos orígenes familiares en la derecha católica catalanista, de la vieja Unió Democràtica, –está emparentado con Pau Romeva– es un hombre vinculado a la izquierda catalanista, al ecologismo y a los nuevos valores de los que hablaba Inglehart.
En Cataluña nadie es de derechas. Bueno, nadie se reconoce de derechas, o muy poca gente. O con la boca pequeña. En Convergència ocurre lo contrario. Con la experiencia de la gestión económica que desembocó en la crisis financiera de 2007 y 2008, algunos dirigentes levantaron la cabeza y han insistido en que CDC recupere la vieja alma socialdemócrata. Con Romeva pueden alardear de que cubren un gran espacio ideológico, y que pueden hacer frente a la candidatura de izquierdas que impulsa ICV junto a Podemos.
La anomalía es que en las elecciones del 27S el debate quedará protagonizado por el independentismo progresista –la candidatura de Mas y Junqueras– y la lista de la izquierda alternativa. Otros partidos también se declaran de izquierdas, el PSC y, en menor medida, Ciutadans. También estará Unió Democràtica, que no quiere ser tildada como una formación de derechas. Y sólo quedará el PP, que, por su parte, se ubica en el centro-derecha.
Queda feo eso de la derecha, en España y en Cataluña. Pero, al margen de la ubicación de cada uno, existe, ¿no?
Existe, pero se pretende que forme parte todo de un pack, de una candidatura que busca la independencia de Cataluña, porque, se dice, es el primer objetivo. Pero, ¿qué votaran los convergentes de derechas, que, oigan, también existen?