Tras el atril del portavoz de la Generalitat se reproduce a menudo un legado gestual que va de Jordi Pujol a Artur Mas. Es el patrimonio convergente que va del “pal de paller”, a la “casa gran” y las mayorías indestructibles. Afortunadamente, sostener todo el peso de la historia de Catalunya no atribula a Francesc Homs. Al contrario, su versión de la identidad histórica catalana le da una levedad digna de atención. Quizás sea porque es un hombre de biografía política siempre incipiente. Como analogía, si Mas lograse ser Moisés, Homs querría ser Josué.
En su libro Les veritats de l’Estatut (2006), el diputado por CiU, Josep Sánchez Llibre, dio suficientes claves como para entender que el segundo Estatut estaba tan lejos del afán de perfección como de la idea de que saldría adelante. Tanto es así que ERC se descolgó de un proceso estatutario que sería refrendado con la más alta abstención. Sánchez Llibre es conocido por su ponderación y por su centrismo inequívoco. Por eso destaca el tono de sus referencias a Francesc Homs.
En política todo el mundo tiene ansia de protagonismo –escribe– pero quizás el caso de Homs es un pelín exagerado. Acabó por creerse que él hizo el Estatut y que es padre de la criatura. Sánchez Llibre pudo observar a Homs de cerca, cuando estaba en Madrid para la negociación del Estatut. Homs participó como un negociador más y se dio cuenta de que “negociar con el Estado no es como tratar con los hermanos Maragall”.
Sánchez Llibre reconoce que Homs tiene fuste y fuerza, “aunque vive demasiado obsesionado por el titular del día siguiente sin pensar que las noticias duran menos de veinticuatro horas”. Sabia anotación de Les veritats de l’Estatut.
Para un tan buen insider del Congreso de los Diputados como es Sánchez Llibre, Homs es un político que piensa para mañana “y no para pasado mañana”. En fin, “tiene un punto de negatividad y se espanta en seguida”.
Claro está que, desde entonces, Homs puede haber ganado enormemente en madurez política aunque eso no se le nota cuando sigue confundiendo el Estado –y por extensión la Unión Europea– como un anexo de intrigas comarcales, desde la óptica de quien sigue con las pasiones de un miembro de las juventudes de Convergència. Eso coincide con un comentario de Sánchez Llibre: “Su idea es que es muy joven y que tiene mucho tiempo por delante, como si eso le permitiese el lujo de fracasar en una cuestión determinada”. Lejos de fracasar, Homs se ha convertido en el ícono del fervor secesionista, según escenifica apoyando sus manos en el atril. Del primer ministro laborista Clement Attlee, Churchill dijo: “Un taxi vacío llegó al 10 de Downing Street y, al abrirse la puerta, salió Attlee”. En todas partes hay taxis vacíos.