Nutrexpa, el ocaso palpable de la empresa familiar catalana

Resulta muy difícil que ninguna empresa nacida bajo el manto de la propiedad familiar acabe cuajando en una, dos o, por supuesto, tres generaciones. El caso de Nutrexpa es uno más que viene a avalar esta teoría. Lo que nace como el resultado de una primera generación de familiares acaba como el rosario de la aurora o equivalente. Sin entrar en más detalles.

Ha pasado con muchas grandes compañías que tenían a familias en su capital familiar. Sucede con algunas emblemáticas, que son incapaces de sobreponerse a los problemas de sucesión que se les sobrevienen. ¿Quién es incapaz de colocar un hijo en una empresa que dé beneficios?

 
Resulta muy difícil considerar fórmulas empresariales que hayan optado por pasar de padres a hijos

Durante años, los expertos intentaron poner solución a ese escenario. Incluso el IESE abrió una cátedra sobre la empresa familiar, que trabajó en dos líneas. Una, destinada a recopilar la información estadística sobre el estado de la cuestión. Otra, en cambio, promovió la aplicación de protocolos para subsanar los problemas derivados de la sucesión en la propiedad. Sin un éxito evidente, a la vista de los resultados.

Nutrexpa es un ejemplo más de división entre herederos. Resulta muy difícil, por no decir imposible, considerar fórmulas empresariales neutras y exentas de riesgo que hayan optado por pasar de padres a hijos, incluso nietos, la gestión y la propiedad de una compañía nacida en el seno de una familia.

Hay múltiples chistes o frases hechas sobre el particular: que si el padre es emprendedor, el hijo es ingeniero y el nieto poeta, etcétera. Pero lo cierto es que Cataluya sigue liderando, por cultura y atávica tradición, el número de empresas de carácter familiar.

Y, claro, si uno echa cuentas percibe inmediatamente que si un país es incapaz de realizar una sucesión política correcta, más inverosímil resultará aún que ese traspaso lo hagan sus empresas donde aún se reúnen más intereses. Nutrexpa es sólo un caso más, ni tan siquiera el único, en el que de algo grande hacemos dos o tres cosas pequeñas. Minifundio lo llaman los gallegos…