Núria Marín, y los alcaldes: ¡Se habla de economía!
La parálisis del Govern de la Generalitat es total. El proceso soberanista ha ocupado a todos los miembros del Ejecutivo catalán, y, tras las reuniones del Consell Executiu de los martes, los medios de comunicación se encuentran con las manos vacías. Ahora todo está pendiente de la posible investidura de Artur Mas, con las exigencias de la CUP sobre la «desconexión», «el cómo antes del quién» y otros requisitos que caracterizan la política catalana desde hace tres años.
Pero hay otra realidad. La de los alcaldes de las grandes ciudades, que se enfrentan al día a día, que deben asumir los costes de las guarderías, o de los servicios sociales de los ciudadanos que siguen sufriendo la crisis, de los que no tienen trabajo, pero también de los que, a pesar de ser empleados, han visto como sus sueldos se reducían, como ha denunciado Cáritas.
Los buenos alcaldes están en todos los partidos. En Convergència destaca Albert Batalla, en La Seu d’Urgell, o Ferran Bel, en Tortosa. También ellos, al margen de sus apuestas políticas por el proceso soberanista, lidian con la gestión.
Sin embargo, el problema grande se centra en las grandes ciudades, las que asumen la complejidad social, y tratan de que se mantenga la convivencia, tras una oleada de inmigración de enormes proporciones que llegó antes de la crisis de 2007.
La alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, es una de esas gestoras. La ciudad es la segunda de Cataluña, tras Barcelona, con 257.000 personas. Marín fue de las primeras en el PSC, lo que causó una cierta perplejidad en la dirección del partido, que rechazó el proceso soberanista y mostró con claridad su posición. Su obsesión es que L’Hospitalet pueda ser el polo económico que complemente Barcelona, justo en un momento en el que la alcaldesa Ada Colau ha tratado de reordenar el sector turístico, con su moratoria sobre la construcción de nuevos hoteles.
Marín habló de economía este jueves en la Cambra de Comerç de Barcelona, junto a su presidente, Miquel Valls. Incidió en que «los competidores están fuera, en el ámbito internacional, y no deberían estar dentro», y que las ciudades deben saber reubicarse en ese contexto de lucha económica. Marín, por tanto, dejó claro que no comparte el discurso de Ada Colau, «porque en el exterior determinados mensajes pueden ser contraproducentes para nuestros intereses».
Los sectores de atracción que busca Marín son el biomédico y el cultural. Y en los últimos años ha tenido éxito, con la plaza Europa como icono de esta transformación económica.
Ciudades como L’Hospitalet reivindican una vida propia, para dejar atrás, de forma definitiva, el papel que ocuparon como ciudades dormitorio. Lo que tienen claro los alcaldes es que hay que actuar rápido, pasar a la acción para aprovecharse de la potencialidad de los mercados, como el turístico. Marín se define de forma diáfana. Y otros dirigentes locales también, incluso los de Convergència.