Nuevas expectativas políticas
La inesperada moción de censura ha dado paso a un proyecto que puede ser breve, pero que brinda la oportunidad de encarar reformas necesarias
Hace un par de semanas nadie hubiera apostado un euro por la posibilidad de un cambio de Gobierno en España, aunque es evidente que una parte importante de los españoles consideraba insostenible la situación política marcada por los continuos problemas de corrupción que afectan al Partido Popular.
Pero las circunstancias y la excelente capacidad de gestión de una coyuntura concreta han conseguido darle la vuelta a una situación que parecía no tener soluciones para prácticamente ninguno de nuestros problemas.
La distensión que se observa en la actitud de los políticos que gobiernan Cataluña es una buena muestra de ello, como lo es el elevado nivel de consenso sobre la calidad de la mayoría de los Ministros nombrados por Pedro Sanchez.
La reforma de la Constitución es el problema de fondo que se ha convertido en el núcleo central del debate político
Todo parece indicar que hemos entrado en un periodo donde las oportunidades vuelven a generar esperanzas. Hay muchas cosas pendientes y muchas expectativas por contentar.
Por supuesto que se debe revisar la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (ley Mordaza), que debe acabar el constante goteo de imputaciones por razones de libertad de expresión y que debe resolverse, para la tranquilidad de nuestro futuro, el conflicto de las pensiones.
Pero todo ello no resuelve el problema de fondo que en los últimos años se ha convertido en el núcleo central del debate político español.
Me refiero, obviamente, a la Constitución en la medida que es el pacto fundacional que aglutina el consenso mayoritario de la ciudadanía, que soluciona el debate generacional y que permite una sucesiva gestión de pequeños pactos posteriores sobre los cuales edificamos una idea global de “cosa publica”.
El nuevo pacto social
El consenso del 78 tuvo la virtud de permitirnos superar el atolladero de la dictadura estableciendo las bases para elaborar los Pactos de la Moncloa que contribuyeron de manera decisiva a solventar una crisis económica y a afrontar problemas estructurales casi endémicos.
La modernización de la Hacienda Pública, la eliminación de fondos industriales sin futuro y la generalización de los servicios sociales son la consecuencia de todo ello, aunque a cambio se mantuvo callada la necesidad latente de revisión histórica y recuperación de la memoria.
Las generaciones jóvenes exigen y necesitan su propio pacto fundacional
Aquella generación pudo aceptar los pros y los contras del pacto porque aún rebotaban las bombas de la Guerra y estaba presente la represión franquista.
Ahora ya no queda nada de aquello y las jóvenes generaciones exigen y necesitan su propio pacto fundacional.
Que la Constitución consagre el compromiso del Estado en la defensa del medio ambiente, que asegure las libertades individuales en materia de opción sexual, que establezca el principio de ordinalidad en la gestión territorial, que asegure la prestación de los servicios básicos cuando la realidad los pone en duda y que normalice nuevas formulas de participación conforme a los medios tecnológicos disponibles parece imprescindible.
Sobre todo a tenor de la propia evolución de nuestra sociedad y del mundo entero. Consensuar estos temas tiene que ver con ponernos del lado de la historia. Discutir el modelo de Estado y afrontar el debate de la autodeterminación es más complejo, pero tampoco debería ser un tema tabú.
La oportunidad inesperada
Para modificar la Constitución hacen falta amplias mayorías, lo que afecta a la probabilidad de los acuerdos pero no a la esencia del debate.
El actual Gobierno de España, quizá porqué veníamos de un largo cansancio, nos ha devuelto la esperanza de convertir oportunidades en posibilidades.
El PSOE tiene una oportunidad de oro que deberá saber aprovechar, pese a que su proyecto es puntual
Ideas como evolución federal, ordinalidad, gestión singular de las grandes ciudades, reforma constitucional o dialogo territorial están de nuevo encima de la mesa con una sola limitación ineludible; que bajo ningún concepto existan ciudadanos de primera o segunda categoría.
A los escépticos les parecerá poco, pero apenas hace unas semanas esas ideas eran demonizadas como utópicas, infantiles o peor aún, demagógicas.
En cualquier caso todas estas posibilidades deben servir para incrementar nuestro grado de alerta democrática.
El PSOE es un partido que le vio las orejas al lobo y al que las circunstancias le han dado una oportunidad de oro que deberá saber aprovechar.
A nadie se le escapa que su proyecto es puntual (antes de las nuevas elecciones). Se basa esencialmente en administrar la ilusión.
Teniendo en cuenta todo lo que nos estaba cayendo encima, no es poca cosa.