Notarios en pie de guerra

Los notarios han puesto el grito en el cielo porque un artículo del proyecto de Ley de Emprendedores permite otorgar poderes por vía telemática, es decir, sin tener que pasar previamente por las horcas caudinas de los fedatarios públicos y el pago de 50 euros por pieza.

Arguyen los notarios que ellos y sólo ellos garantizan la seguridad jurídica y que sin su obligada intervención, la feligresía se sumiría poco menos que en un caos absoluto.

Hace años que la Comisión Europea viene advirtiendo de los defectos estructurales del sistema vigente en España. Menciona en particular la práctica del numerus clausus, limitativa del acceso a la profesión; la presencia obligada de notario en las compraventas inmobiliarias; y sus elevadas tarifas, que muchos ciudadanos consideran leoninas. En consecuencia, la Comisión insta con firmeza a liberalizar la profesión, con lo que habrá competencia, mejorará el servicio y bajarán los precios.

Los notarios disfrutan secularmente de una férrea exclusiva para dar fe sobre los más variados actos societarios y económicos. Nada tiene de extraño que defiendan con uñas y dientes la subsistencia de su lucrativo status quo. Su inveterado corporativismo les hace salir en tromba cada vez que el legislador trata de poner coto a sus singulares privilegios.