¡No podemos ser tan tontos!

Creo que nos hemos vuelto locos. Lo explicaré con una imagen porque creo que así quedará más claro. Imaginemos que Cataluña es como una empresa. Esta empresa fabrica una serie de productos. El 46,1% son productos de gama media, el 26,1% de gama baja y el 25,1% de gama alta. Para este artículo me centraré en esta última gama.

El portafolio de estos productos es muy amplio y de las 25.000 unidades que salen de la fábrica cada año hay 128 variedades diferentes que permiten satisfacer a una cantidad cada vez mayor y diversa de consumidores. Desde los más avanzados tecnológicamente instalados en el 22@, hasta los provenientes de sectores tan tradicionales como la agricultura o la ganadería.

Los productos de esta gama tienen una demanda muy alta, que hace que un 43% de ellos estén vendidos incluso a antes de que se coloquen en el estante de la tienda. En caso de que se lleguen a almacenar, un 79% de los lotes fabricados ya están colocados antes de tres meses.

Además, estos son productos de alto valor añadido, que están destinados a un público exigente (no necesariamente escaso) que paga un precio 2,4 veces superior a los de la gama inferior, y están en funcionamiento un 30% más que los demás productos.

Otro dato: A pesar de ser la gama menos numerosa, es la que más contribuye más a la emprendeduría del país (Figura 30).

Aparte de eso, a estos productos el tiempo no los desgasta, sino que los enriquece, ya que a medida que pasa el tiempo, aprenden de su entorno y, por ello, cuanto más años tienen de experiencia más valorados están en el mercado.

Por si esto fuera poco, los productos de los que hablo hoy, son aquellos que tienen una mejor salida al extranjero, según comentan diferentes medios. Lo que representa una clara evolución respecto a lo que ocurrió en los años 60, cuando el producto español más exportado formaba parte de la gama más baja.

Además, estos bienes tienen una sensibilidad por el desarrollo sostenible y por el medio ambiente muy superior a la media de los demás.

Asimismo, se trata de productos muy flexibles que a medida que pasa el tiempo se adaptan mejor al consumidor hasta formar con él una cierta unidad.

Finalmente, estos productos demuestran una sensibilidad social diferenciada, ya que según un reciente estudio de la Generalidad de Cataluña de 27 proyectos de emprendimiento social, esta gama de producto representaba las 2/3 partes del total de emprendedores.

Ahora bien, si yo os dijera que Cataluña, como empresa está poniendo trabas a los proveedores de este producto (recortando en tres años un 34% de lo que les pagaba hasta ahora) me diréis que no parece muy inteligente.

Si añadimos que este año, además de esto, encarecerá la matèria prima del orden de un 50%, no parece que lo valoremos mucho, la verdad.

Pero como no hablamos de productos sino de personas, (como imagino que el lector inteligente ya se había dado cuenta) los términos cambian. Entonces la exportación es la fuga de cerebros, y el paro juvenil es igual al paro universitario (FALSO!).

Espero haber podido dar cuenta del enorme error que estamos cometiendo. En el próximo artículo os explicaré cuáles serán las consecuencias a largo plazo para nuestra economía y nuestra sociedad.