No, no se lo permito
Lo que proponen es que permanezcan en el anonimato ese grupo de personas que deciden limitar nuestros derechos y libertades más básicas
El otro día el Sr. Fernando Simón se negó, si se lo permitíamos, a dar los nombres de los integrantes del comité que decide cuándo cada comunidad autónoma cambia de fase. Y es que, según él, se negaba a darlos porque «En todo este proceso que llevamos de varios meses las presiones que sufren las personas de las que se dan el nombre por parte de la sociedad en general y de los medios de comunicación en particular acaban haciendo muy difícil que puedan trabajar con la suficiente libertad».
Lo que propone, e impone, este hombre es que permanezcan en el anonimato ese grupo de personas que deciden limitar nuestros derechos y libertades más básicas. Estoy dispuesto, no me queda otra, a verme confinado en mi casa para poder velar por la salud pública, pero al menos quiero saber si lo hago obligado por un experto epidemiólogo ajeno a cualquier influencia política o si lo hago por decisión de un mono con carnet del PSOE. Es curioso que el gobierno más progresista de la historia, aquel que iba a velar por la transparencia en las instituciones, no sea capaz ni siquiera de dar los nombres de los miembros de un comité que se ha vuelto decisivo en la vida diaria de todos los españoles.
Es verdad que si me indigno por esto es por afición, y porque no tengo en mucha estima mi salud mental, pues no se podía esperar cosa distinta de un gobierno que adjudica un contrato, sin publicidad, de 5’3 millones (incluyendo el IVA) a una empresa sin domicilio ni contacto conocido, y lo considera «un error menor sin importancia», y que la subsanación de estos errores, sea dar una dirección y un teléfono de contacto falsos… Con estos estándares de transparencia era difícil esperar cosa distinta sobre los miembros de este comité.
Tampoco se podía esperar cosa distinta de un Gobierno que ha decidido comprar todo el material sanitario, pueden ustedes imaginarse la ingente cantidad de millones que supone esto, a empresas chinas en vez de a empresas nacionales. Resultado: Cientos de miles de mascarillas defectuosas o que no cumplen los requisitos mínimos exigidos por sanidad. Los italianos, mientras tanto, encantados con tener equipos de protección de alta calidad ‘made in Spain’. Preguntados por esta paradoja, y tras más de cinco lotes defectuosos, el Gobierno sigue sin saber explicar esta situación. ¿Podíamos esperar en realidad que nos diesen los nombres de tal comité?
Tan solo espero, y que esto no conste como propuesta, que si partimos que sin información se actúa con más libertad y sin presión, no empecemos a dejar de conocer el nombre de los jueces que conocen de nuestros casos, pues no sé si así actuarán con más libertad, pero sí nos sentiremos, como lo hacemos ahora, más indefensos.
Sr. Simón, no se lo permitimos, y exigimos saber quién es dueño ahora de nuestros destinos. Desgraciadamente, aunque no se lo permitamos, su talante ya se ha demostrado que es el de la imposición. Dios nos guarde de gente como ustedes