No hay salida: el por qué de un pacto PP-PSOE-C’s
No. No hay salida. O, quizás de una manera más precisa, no hay mejor salida. La alternativa más plausible que se deriva de los resultados del pasado 20D es un pacto de legislatura entre PP, PSOE y C’s. Un acuerdo, eso sí, para llevar adelante un amplio paquete de reformas que el país está pidiendo a gritos y que afectan a todos los ámbitos: político, institucional, social…
Lo cierto, no obstante, es que diez días después de que conociéramos la nueva configuración de las Cortes españolas, los partidos se muestran como noqueados, incapaces de entender aún que la vieja política ha caducado, que han irrumpido con inusitada fuerza nuevos partidos emergentes que reclaman su protagonismo y que los viejos problemas del país siguen ahí, aunque un poco más viejos.
El PP ha ganado las elecciones, por supuesto, pero con una pérdida de votos tan abundante que su autoridad ha quedado seriamente mermada. Puede aspirar a una mayoría minoritaria con C’S, pero, por un lado, no está claro que estos quieran dar la razón a los que les acusaban de ser la muleta de los populares y, por otro, tendría una oposición feroz de PSOE y Podemos disputándose el liderazgo de la izquierda. Sería una legislatura corta y en la que presumiblemente se podrían sacar adelante pocas leyes de calado.
El PSOE ha perdido estas elecciones. Las aspiraciones a liderar un Gobierno alternativo por parte de Pedro Sánchez son ilusorias y voluntaristas. No existe ninguna combinación matemática que le augure una mayoría o minoría de confort. Cualquier iniciativa que pudiera proponer podría enfrentarse al veto de los votos del PP en el Congreso o de su mayoría en el Senado.
El líder del PSOE carece de peso suficiente para abordar su gran oferta electoral: una reforma de la Constitución. Por si esto fuera poco, esa mayoría que quiere enhebrar Sánchez es una amalgama de fuerzas tan dispares que hace impensable su configuración. Aún más: Sánchez carece hoy siquiera de mayoría en su propio partido. Muy pobre equipaje para tan nobles aspiraciones.
Un pacto entre PP, PSOE y C’s es la única salida real al nuevo escenario parlamentario que arrojaron los resultados del 20D. Un pacto que no puede ser un mero cascarón vacío sino que ha de venir preñado de proyectos de reforma, si sus hacedores no quieren que ese acuerdo sea rentabilizado por Podemos, que reforzaría su papel de adalid de la nueva política.
Un pacto para hacer frente a dos emergencias nacionales: la política (sería una mayoría estable que podría gobernar la nueva etapa que se abre en el país) y la provocada por el desafío soberanista de la Generalitat de Catalunya y que exige un amplio acuerdo constitucional para su resolución.
Un pacto, lógicamente, en el que sus tres protagonistas deben preservar sus perfiles sin desdibujarse para mantener intactas sus expectativas futuras. PP como partido capaz de liderar una nueva transición, PSOE como guardián de las esencias de izquierda en ese acuerdo y C’s como representante del más puro anhelo reformista de nuestra sociedad.
Estoy convencido de que sería un pacto ilusionante y, salvados los primeros recelos, profundamente efectivo, una apuesta nueva para nuevos retos. Mi única duda es si los líderes actuales estarán a la altura.