No en Catalunya, sí en Madrid. O al revés

 

Mientras escribo estas líneas todos los medios están abriendo sus primeras con el rescate diseñado por el Eurogrupo para la banca española. En paralelo puede leerse la apertura, por imperativo legal recogido en el reglamento de la Cámara autonómica, de una comisión de investigación en el Parlament de Catalunya para analizar la gestión hecha en las cajas catalanas en los últimos años.

La puesta en marcha de esta comisión habría sido, ciertamente, una buena noticia si se hubiera hecho cuando se empezaron a detectar los síntomas de que algo andaba mal en el escenario financiero catalán. Una noticia que habría mostrado hábitos democráticos y de transparencia desgraciadamente desconocidos en otras instituciones similares. Hoy, cuando el rescate de la economía española, sobre todo por las necesidades financieras de la mayoría de sus cajas, es un hecho, la noticia sabe un poco a circo y aunque no tenemos por qué dudar de la buena fe de los grupos políticos que han tenido esta iniciativa la petición llega tarde, muy tarde.

Tampoco ayuda esta tardía pero correcta petición de una comisión parlamentaria al prestigio en general de nuestros políticos, que han vuelto a mostrarse incoherentes y faltos de la más mínima sensibilidad. El PP duda en Catalunya, mientras que en Madrid se opone a rajatabla a una comisión sobre Bankia; CiU la rechaza aquí, a la vez que Josep Sánchez Llibre, el portavoz del Grupo Parlamentario Catalán, la exige en el Congreso; y los socialistas la temen aquí, no la piden, mientras que Rubalcaba hace de ello una bandera en las Cortes. Seguramente habrá quien pueda explicarlo, se lo agradecería.

Lo triste es que esa actitud farisea de la mayoría de ellos ya no sorprende; se espera como se espera al buen tiempo en el verano. Todos ellos deberían haber hecho autocrítica hace mucho tiempo del papel que jugaban sus representantes en los consejos de administración, así como de las peligrosas relaciones creadas entre el poder político y el financiero, como lo deberían haber hecho los sindicatos que denuncian sin tregua el papel de la banca y las cajas en la crisis, como denuncian el daño causado a bastantes familias por algunos de sus productos, mientras callan sobre lo que ellos hicieron mientras ocupaban, u ocupan, sillones en sus consejos de administración.

En fin, poco de eso probablemente sea relevante a partir de este sábado. España ha tenido que pedir ayuda a la UE, llámenlo como lo llamen, para tapar los agujeros de una gestión desastrosa, cuando no, en algunos casos, tal vez delictiva