Niños, jueces, ¿y quién más?
¿Y si los niños piensan en castellano y no podemos controlarles? Mejor que no piensen. Impongamos, amenacemos
El juez y exsenador de ERC, Santi Vidal, ya contó con todo lujo de detalles como el independentismo iba a controlar a los jueces, nombrar a nuevos o expulsar a los desafectos.
Se lio tal escándalo que al juez lo tacharon de loco y de mentiroso y lo forzaron a dimitir. “Es un hombre imaginativo, con delirios, que se inventa las cosas” dijeron. Ahora resulta que parece que Vidal no mentía.
La obsesión del independentismo por el control es enfermiza
Diversos jueces han denunciado intromisión, por parte de la Generalitat, en sus equipos informáticos y el Consejo General del Poder Judicial ha abierto una investigación. No hay duda que siempre hay que dar por supuesta la presunción de inocencia pero entre Vidal y lo que decían las leyes de transitoriedad, que no era otra cosa que en la nueva república los jueces serian nombrados a dedo por el Presidente de Generalitat podemos establecer que la denuncia realizada por los jueces, como mínimo, merece ser estudiada.
La obsesión del independentismo por el control es enfermiza. El Consell de l’Audiovisual de Catalunya dedica recursos y esfuerzos a ver lo que emiten las TV y las radios en Cataluña y luego realzan informes en los que siempre se llega a la misma conclusión: TV3 y Catalunya Radio son superplurales y el resto de medios son entre fachas y megafachas.
Las leyes lingüísticas animan a la delación anónima de aquellos comercios y empresas que osan rotular en una lengua oficial de la Comunidad Autónoma: el español. ¡Dónde se ha visto que alguien se atreva a usar una lengua oficial.
La Generalitat autoriza a una plataforma a entrar en los colegios y fiscalizar el uso de las lenguas
La paranoia del totalitarismo alcanzó su cénit con Mielke, el jefe de la Stasi en la felizmente extinta República Democrática Alemana, su forma de proceder fue fotografiada a la perfección por la película La vida de los otros.
Esa vida de los otros llega ahora a nuestras escuelas a través de la Plataforma por la Llengua. Antes de analizar el hecho en sí de lo sucedido hay que decir que una sociedad que considera que es un problema que la gente hable su lengua materna y que donde una parte de la sociedad considera ajena a sí misma un idioma que es hablado, desde la cuna, por la mayoría de esa sociedad es un lugar donde hay un grave problema de tolerancia y de aceptación de la diversidad.
En Cataluña, la Generalitat autoriza a una plataforma a entrar en los colegios y fiscalizar el uso de las lenguas. Eso en principio no es un problema. Se convierte en un problema cuando hay un apriorismo negativo sobre el uso de una de las dos lenguas oficiales y el objetivo del estudio es tomar medidas para imponer a una lengua sobre la otra.
La criminalización de los niños que se atreven a hablar en español en la patio del colegio no tiene otro objetivo que el de llevar a cabo un proceso, cuanto más rápido mejor, de extinción de la lengua española de los colegios de Cataluña. Eso no es novedad alguna, Pujol anda con eso desde 1980.
Los resultados del estudio han desconcertado a los realizadores del mismo. Solo el 27% de los profesores habla castellano con los alumnos, aunque a ellos ese dato les parece excesivo, inaceptable y los profesores que usan esa lengua son sospechosos de simpatizar con el colonialismo y de tener algún bache en su ADN.
A pesar del dato sobre el bajo uso de la lengua española entre profesores y alumnos resulta que el 76% de los alumnos, según la Plataforma, habla español en el patio. ¡Cómo puede ser! ¡Si toda la gente que habla español en TV3 son drogatas o prostitutas!
La miseria moral del independentismo
¿Qué hacer? Faltan rincones de pensar en Cataluña para poner a tanto niño, pero además eso de pensar se hace en silencio ¿Y si los niños piensan en castellano y no podemos controlarles? Mejor que no piensen. Impongamos, amenacemos.
No podemos olvidar que los índices de libertad tienen relación directa con el progreso de los individuos y de las sociedades en su conjunto. A más libertad creativa más riqueza cultural, a más diversidad mayor apertura social, a mayor pluralidad y convivencia mayor riqueza económica y cultural. Londres o Nueva York son ejemplo de eso. En España lo es Madrid.
Aquí andamos obsesionados por el control que es la antesala de la miseria moral y económica.