¿Negociar, ceder o romper?
Es terrible que Sánchez muestre que está dispuesto a ceder ante el separatismo, pero peor para él que se instale la idea de que es un veleta
Como catalán no independentista prefiero tener la sensación de que el Gobierno de España y su presidente son conscientes de que el principal reto al que tienen que hacer frente es garantizar la vigencia en Cataluña del Estatuto, la Constitución y, en consecuencia, los derechos y libertades de los catalanes así como garantizar el orden público.
En definitiva Pedro Sánchez no tiene otra cosa más importante que hacer que asegurarse que los independentistas no consiguen sus objetivos. Pero con el presidente del Gobierno uno no sabe a qué atenerse.
No sé cuál es el verdadero Sánchez: ¿El que fue expulsado del liderazgo de su partido porque estaba dispuesto a aceptar el voto de ERC, Bildu y el Pdecat para acceder a la presidencia en la primera convocatoria electoral de 2016? O quizás el auténtico Sánchez es el que acepta la aplicación del artículo 155 de la Constitución en octubre de 2017.
Sánchez tiene más caras que Superman y Clark Kent. Hay un Sánchez que llega a la presidencia del Gobierno en una moción de censura donde el voto de los independentistas es clave pero a los dos días nombra a Josep Borrell, bestia negra del independentismo, ministro de Exteriores.
Pero también hay un enésimo Sánchez, que un día acepta una negociación –llámele relator– y a las 48 horas rompe la negociación por que… ¡Oh novedad!, el independentismo quiere la independencia. En todo caso, cuál es el verdadero Sánchez es mucho menos relevante que hasta dónde está dispuesto a llegar para mantenerse en el poder.
La aceptación de la propuesta de un mediador, que era uno los 21 puntos que había pedido Quim Torra a Sánchez en su reunión del pasado 20 de diciembre en el Palacio de Pedralbes, nos da la idea de que Sánchez está dispuesto a casi todo para seguir en la Moncloa.
Sánchez ha cometido todos los errores a la vez
Precisamente porque para él la clave es la continuidad en el poder y no ser el presidente más breve de la historia (José Calvo Sotelo lo fue 22 meses y Sánchez lleva 8), el miércoles aceptó la mediación y el viernes ante el lio que se había organizado no tuvo reparo en dar marcha atrás.
Sánchez, del que sería maravilloso que tuviera un idea clara sobre Cataluña que todos pudiéramos compartir, con su vaivén ha cometido todos los errores a la vez: ha dejado en mala posición a la judicatura a pocos días del inicio del juicio, dado que al aceptar la mediación se abre a discutir la independencia judicial que tanto cuestionan los independentistas.
También ha dejado tirados a todos los que han defendido su posición sobre el relator al retractarse a las 48 horas, le ha seguido dando alas a Vox del que es el principal promotor, ha dado un balón de oxigeno al PP, se ha ganado la enemistad de la mitad de su partido y ha dejado al independentismo que se venga arriba…
Lo de esta semana ha sido un verdadero estropicio.
Que Sánchez transmita la idea de que está dispuesto a ceder frente al independentismo es terrible pero peor es para él que se instale la idea que es un flip flop, en definitiva un veleta, y esta semana se ha comportado como tal.
Vivimos tiempos de tribulación en los que la gente elige ideas claras con pocos matices, peor que no definirse en hacerlo en un sentido y el contrario, y si encima lo haces constantemente lo apuestas todo a la catástrofe electoral.