Negacionismo ‘indepe’

El independentismo no habla de la crisis económica generada por el procecismo, ni de la crisis social y de convivencia en Cataluña

El independentismo se autofelicita. Tras la agresión a la periodista de Telecinco, Laia Jiménez, durante la manifestación conmemorativa del intento de golpe del 1 de octubre, algunos líderes políticos y sociales independentistas han condenado la acción, otros no. Parece que así ya hemos blanqueado al movimiento indepe, cada vez más agrio y airado.

La denuncia de la agresión es una gran justificación y sobre todo una defensa: “¿Veis que somos pacíficos? No toleraremos que nadie nos criminalice y menos gente violenta como el represor estado español” –afirman–.

Pero no es la denuncia sino el silencio el hilo conductor de su estratégica. El Independentismo es negacionista. Son negacionistas de la violencia. Los ERT no son violentos, son activistas. Los manifestantes no son violentos, expresan su opinión. Los que atacan sedes políticas no son intolerantes, demuestran que “els carrers sempre serán nostres”.

El negacionismo indepe abarca todos los aspectos de la sociedad. A la pregunta de si en Cataluña hay división, la respuesta es negativa. Responden: “De ninguna manera, esto es una arcadia feliz donde solo lo pasan mal los inadaptados”. Negacionismo de la crisis social.

Ante la crisis económica contrastada por el saldo negativo de 4.080 empresas, una reducción a una solo décima de diferencial de PIB entre Madrid y Cataluña, la no vuelta de casi 18.000 millones de depósitos que huyeron, o la deuda con el Estado de más de 58.300 millones pendientes de devolver del FLA, negacionismo económico. “Todo es mentira, aquí vamos como una moto”, repiten una y otra vez.

¿Cómo consiguen que la teoría del negacionismo triunfe? Con el silencio. De los problemas no se habla. Es casi traición. Ningún medio público dependiente de la Generalitat, ni los medios subvencionados, ni los afines editorialmente hablando jamás hablan ni de la crisis económica generada por el procecismo ni de la crisis social.

El negacionismo llega a su fin: ya no es sostenible como estrategia

No hablan de la crisis de convivencia, ni de los constantes brotes violentos que se han convertido en costumbre y por lo tanto en modus operandi. De lo que no se habla no existe así que la consigna está clara: silencio. Y el que no siga la consigna a señalarlo.

El negacionismo en ocasiones no sirve para taparlo todo, hay veces que hay que elaborar más el argumento. Javier Melero, abogado defensor de alguno de los políticos procesados, argumentó que en realidad su defendido no quería hacer lo que hizo y que no iba en serio.

Ese argumento, también negacionista, choca con la realidad. Si Melero tiene razón, ¿por qué se fueron las empresas, los depósitos, dejaron de venir los turistas y la gente se manifestó masivamente?

El negacionismo llega a su fin. El diario Ara titulaba el pasado jueves “Tres meses de acciones de bloqueo, la respuesta del Tsunami a la sentencia”. La noticia habla de “bloqueos intermitentes que afectan a las principales infraestructuras hasta enero”, en definitiva usar a la población civil como rehén para chantajear al estado de derecho.

Una vez el independentismo presenta la violencia y el bloqueo como propuesta política, el negacionismo ya no es sostenible como estrategia porque esas acciones requieren de altavoz y propaganda. ¿Seguirán siendo los mismos cuando su nueva estrategia sea visible para todos?

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