¿Necesita la comida basura una subida de impuestos?

España y Portugal son los dos países europeos en los que más cadenas de restaurantes de comida rápida existen

Recientemente un estudio realizado por el Cancer Research de Reino Unido revelaba que los adultos comían semanalmente al menos 79 millones de comidas preparadas y 22 millones de comidas rápidas y para llevar. España y Portugal son los dos países europeos en los que más cadenas de restaurantes de comida rápida existen, acercándonos peligrosamente a Estados Unidos donde el 37% de los adultos ingiere a diario comida “basura”. Sin embargo, esa expresión, la de “basura”, asociada a aquellos alimentos que no tienen NINGÚN aporte nutricional, no ha conseguido hasta el momento alejarnos de su consumo: 1 de cada 4 personas españolas padece obesidad o sobrepeso, con una previsión de que alcance al 80% de los hombres y al 55% de las mujeres en 2030, según un reciente estudio de l’Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques

Como dietistas-nutricionistas consideramos que el hecho de plantear medidas encaminadas a mejorar los hábitos alimentarios de la población, como la posible subida del IVA a los ultraprocesados planteada desde el Ministerio de Consumo, es un gran paso hacia la responsabilidad por optimizar la Salud Pública y un impulso fuerte a la protección de los consumidores. Tenemos la oportunidad de que España lidere el ejemplo de lucha eficaz contra la obesidad, pero debemos saber cómo hacerlo. Desde el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa) planteamos tres propuestas fundamentales para que esta medida llegue a buen término.

En primer lugar y desde nuestra experiencia como profesionales de la alimentación, sabemos que el cambio de hábitos alimentarios no se consigue con medidas puntuales, aunque se avance con ellas. El incremento del IVA a los ultraprocesados y bebidas azucaradas podría conllevar una reducción de su consumo, como ya ha ocurrido en países como Reino Unido o Francia. Sin embargo, no debería ser una medida aislada: reinvertir los ingresos obtenidos a través de esta fiscalidad para aplicar medidas que mejoren los sistemas de salud, promuevan la adopción de una alimentación saludable y fomenten la práctica de ejercicio físico podría ser una opción para tener en cuenta.

En segundo lugar, la implantación de un correcto etiquetado nutricional, con evidencia científica demostrada, acompañado de medidas que aseguren que la población comprende y entiende el etiquetado, es completamente necesario si queremos que los consumidores puedan escoger qué alimentos adquirir en función de su composición y sus ingredientes, acabando por una vez con etiquetas y sistemas que solo consiguen confundir a los ciudadanos. Además, y en paralelo, debería promocionarse el consumo de alimentos saludables: tan importante es luchar para que se reduzca el consumo de productos poco saludables como para que se aumente el consumo de los que sí lo son. Hay que poner la diana en ambas direcciones y conseguir que la opción saludable sea la más fácil. Revisar la fiscalidad que se aplica a los productos frescos haciendo más accesibles los que ayudan a conformar una dieta más saludable, podría valorarse.

Por último, es importante que los actores implicados en la alimentación de la salud vayamos de la mano y que el Ejecutivo cuente con dietistas-nutricionistas para llevar a cabo cualquier propuesta relacionada con la alimentación. Necesitamos trabajo en equipo. Lamentablemente España es el país de Europa con menos dietistas-nutricionistas en la Sanidad Pública, de hecho, en la mayoría de Comunidades Autónomas, se cuentan con una sola mano. Esto significa que aquellos pacientes que quieren disponer de un profesional cualificado para que les ayude con la alimentación, tienen que pagarlo. Y esta situación, nos hace perder una oportunidad no solo de mejorar la salud de nuestros ciudadanos, estén o no enfermos, sino de hacer una labor de educación nutricional encaminada a conseguir una sociedad más sana. Como decía Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz: “el conocimiento es poder. La información es libertadora. La educación es la premisa del progreso, en toda sociedad, en toda familia”. Y esto aplica a cualquier tipo de educación, también la nutricional.

Paula Crespo, presidenta del CODiNuCoVa (Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana) y vicepresidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas

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