Me he fijado como objetivo ciudadano ineludible empaparme de los debates previos al congreso que los socialistas catalanes deben celebrar el próximo 18 de diciembre. Creo, sinceramente, que es una tarea de obligado cumplimiento para todos los que estamos al frente de un medio de comunicación, aunque en el caso de Economía Digital esté especializado en información económica y empresarial. No en vano, el PSC ha gobernado hasta el año pasado en todas las administraciones catalanas y arrastra en sus peores momentos más de 900.000 votos.
El esfuerzo está siendo agotador. Y no, precisamente, por la abundante información que esté produciendo, sino más bien al contrario por la dificultad que estoy teniendo para encontrar documentos donde se contrasten las propuestas políticas de los diferentes candidatos, donde se pueda acceder a un buen análisis de qué es lo que se ha hecho mal hasta ahora y, por tanto, qué es lo más urgente por cambiar y, en función de estas premisas y sólo en función de ellas, cuál debe ser el perfil del próximo equipo dirigente.
Resulta cuando menos extraño que un partido que tan a menudo intenta presentarse como una formación abierta a la ciudadanía y que pretende ser reconocido por el papel que ofrece a sus simpatizantes, y no sólo a militantes, en procesos de tanta importancia como, por ejemplo, las primarias –recordemos lo ocurrido con motivo de la candidatura a la alcaldía de Barcelona– ofrezca, en cambio, un volumen tan pobre de ideas para el debate no sólo interno, sino también de su entorno más inmediato.
Desconozco si en el seno del PSC están circulando documentos profundísimos acerca de la estrategia y la táctica a seguir a partir de ahora, si hay en ellos análisis exhaustivos y brillantes de por qué el partido que arrinconó a la todopoderosa CiU hasta el Ayuntamiento de Sant Cugat como principal reducto presupuestario ha perdido las más importantes zonas de poder de las que gozaba; si existe también alguna explicación completa de por qué Catalunya fue donde más votos se dejaron los socialistas en las últimas elecciones generales… Desconozco, insisto, si en alguna instancia hay algo de esto, pero a mí, que me he conjurado para no perderme un solo detalle de este supuestamente interesante debate precongresual, no me está llegando nada de nada.
Toda la información que hoy por hoy estoy recibiendo no tiene nada que ver con lo que yo (y seguramente muchísimas más personas) esperaba. Parece que todo el esfuerzo intelectual de los socialistas catalanes se está dirigiendo a dirimir qué dirigente político –Pere Navarro, Àngel Ros, Miquel Iceta o Joan Ignasi Elena– va a ser el sustituto del extraño senador José Montilla en la primera secretaria del PSC. Y, si acaso, qué interés tiene cada uno de ellos en marcar territorio respecto a sus hermanos, o primos, del PSOE, concretándolo en su disposición o no a intentar tener grupo parlamentario propio.
¿Dónde está el análisis que cada candidato hace sobre las causas de este particular annus horribilis electoral que han vivido los socialistas catalanes? ¿Cuáles son las razones que les han llevado a perder feudos que habían estado históricamente en su poder? ¿Qué errores se han cometido? ¿Qué opinan los candidatos del descrédito creciente de la política que manifiestan los ciudadanos y que recogen persistentemente los diferentes sondeos de opinión realizados por el CIS o por el CEO? ¿Cuáles son sus propuestas económicas? ¿Qué modelo de administración propugnan para la nueva etapa que se abre? ¿Qué ideas propias defienden sobre la crisis europea?…
Si alguno de ustedes conoce los documentos donde se da respuesta a esos interrogantes, por favor, envíenmelos, se lo agradeceré sinceramente. Pero si, por el contrario, no existen, el problema es más grave de lo previsto. Entonces, tal vez, es que la alternativa a la nada, es más nada. De ser así, los socialistas catalanes correrán el peligro de transitar desde la pobreza más absoluta a las más altas cimas de la miseria, en palabras, creo, del inefable Groucho Marx. En una semana saldremos de dudas.